Lorenzo Carrasco
El prolongado y cruento conflicto de Siria marcó la línea del plan hegemónico del poder anglo-americano en la región del Gran Medio Oriente; la ambición inicial era la destrucción de la República Árabe de Siria como Estado nacional laico y su fragmentación en varias zonas definidas por criterios étnicos y religiosos y su sometimiento al yugo de los grupos fundamentalistas.
Hoy, con la totalidad del territorio liberado de los fanáticos yihadistas, los sirios y sus aliados planean la reconstrucción del país, inclusive, con el regreso de la mayoría de la mayoría de los millones de refugiados que fueron obligados a huir de la devastación generada por la guerra.
En este marco, vale la pena destacar la importancia que le dio el presidente ruso, Vladimir Putin, al hecho de que entre los territorios liberados de los terroristas se encuentran regiones en las que se concentraban los cristianos sirios, que llegaron a ser cerca de 10 por ciento de la población.
SAQUEO Y DESTRUCCIÓN DE TEMPLOS
“Varias iglesias y monasterios cristianos fueron saqueados y destruidos. Pero, en el momento, la situación del país está cambiando gradualmente. El Ejército sirio, con el apoyo de las fuerzas rusas, liberó prácticamente todo el territorio de Siria, en especial los lugares que históricamente eran habitados por la población cristiana,” dijo Putin, en entrevista concedida a la agencia Novosti (RT, 04/12/2017).
Según él, la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica establecerán grupos de trabajo encargados de catalogar los templos sitios destruidos, para su posterior restauración.
Además de apoyar a los refugiados cristianos, musulmanes y judíos en su regreso a Siria, Putin informó que las organizaciones judías también pedirán ayuda a Moscú. “Algunas organizaciones judías se comunicaron con nosotros para pedir ayuda para la restauración de los templos judíos,” dijo.
No obstante que todavía no se tiene el número preciso, había una pequeña minoría judía en el país, la mayor parte de ella en Aleppo y Damasco. La preocupación rusa con la “descristianización” del Medio Oriente se manifestaba ya desde antes de la decisiva intervención militar en el conflicto sirio, en septiembre de 2015, en un momento crítico para el presidente Bashar al-Assad, que no tenía dominio sino en apenas un tercio del territorio del país.
El tema estuvo presente en dos encuentros históricos de Putin con el Papa Francisco y, principalmente, en la histórica reunión del Pontífice con el Patriarca Kirill, de la Iglesia ortodoxa rusa, en la Habana, Cuba, en febrero de 2016.
PIRÓMANOS DE WASHINGTON
Otro ejemplo de la reaproximación entre las dos iglesias cristianas fue la visita a Moscú, en agosto, del secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, cuya pauta incluyó una creciente cooperación para hacer frente a los problemas como el drama de los cristianos en Medio Oriente y en África, además de las crisis de Ucrania y Venezuela.
En gran medida, gracias a la intervención rusa (debidamente apoyada por Irán y Hezbolá, musulmanes chiitas), Siria no fue descuartizada como Libia ni fue “descristianizada” como Irak, luego de la invasión encabezada por Estados Unidos en 2003 –a pesar del empeño de los pirómanos de Washington en emplear hordas de yihadistas para tal finalidad.
No es coincidencia que el presidente ruso ocupe hoy una posición singular entre los jefes de Estado y de gobierno del planeta como defensor de los principios cristianos fundamentales, cuna de la institución del Estado nacional soberano –que la humanidad necesita recuperar en su plenitud para dar marcha atrás al empantanamiento civilizatorio inducido por los promotores del “Nuevo orden mundial” oligárquico.