Movimientos sociales y centrales obreras afines al gobierno brasileño marcharon ayer en las principales ciudades del país en una señal de apoyo a la presidenta Dilma Rousseff, que está al borde de enfrentar un juicio político con fines de destitución.
Los manifestantes también defendían al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), investigado por presunta corrupción en el marco del caso Petrobras.
Las mayores concentraciones, convocadas principalmente por el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y la Central Única de los Trabajadores (CUT), se realizaron de manera pacífica en ciudades como Sao Paulo, Río de Janeiro y Brasilia, las que reunieron más militantes.
LAS MANIFESTACIONES OCURRIERON EN 25 DE LOS 27 ESTADOS, Y EN LA CAPITAL, BRASILIA, EL ACTO FRENTE AL CONGRESO REUNIÓ UNAS 40 MIL PERSONAS, SEGÚN LOS CÁLCULOS DE LA POLICÍA MILITAR.
La Plaza de Se, el “punto cero” de Sao Paulo, congregó a unas 18 mil personas, de acuerdo con la Policía.
En Río de Janeiro, el céntrico Largo da Carioca recibió unas 50 mil personas, según los organizadores.
UN “GOLPE”, ARGUMENTOS DE LA OPOSICIÓN
Las protestas callejeras se sumaron a un movimiento de intelectuales y artistas que arroparon ayer a Rousseff, quien insistió en que no hay base legal para el juicio político en su contra y volvió a calificar de “golpe” los argumentos de la oposición.
El golpe “ahora es a través de procesos aparentemente democráticos”, dijo la mandataria en la ceremonia en el Palacio presidencial de Planalto.
Por otra parte, la Corte Suprema de Brasil decidió que la investigación contra Lula quedará bajo su jurisdicción, con lo que le retira el caso al juez Sergio Moro, que investiga el caso Petrobras.
