Mouris Salloum George*
En plena Gran Depresión, el gobierno de los Estados Unidos decretó la derogación de la Ley de prohibición, de producción y venta de bebidas alcohólicas. Los mafiosos aplaudieron: Adiós a Los intocables.
Ni tardo ni perezoso, Lucky Luciano convocó a sus pares, algunos rivales, al histórico pacto: Asistieron los Bonnano, Colombo, Gambino, Genovese y Lucchese. Todos italianos. ¿Alguien puede imaginar que en el hotel Waldorf Astoria podría haber pasado desapercibida esa convención de notables?
Luciano llevo la voz cantante: Formó un gabinete unificado. Aunque no era del mismo origen, el judío-polaco aclimatado en los Estados Unidos, Meyer Lansky fue responsabilizado del ministerio de droga y finanzas.
Fue época de oro para la sagrada famiglia. Años después, Luciano fue vestido de jaula. Estando en prisión, sus oficios fueron requeridos para conectar con los Dones de Sicilia, a fin de facilitar el desembarco de los aliados en Europa. Fue reconocido por sus servicios a la Patria.
Lansky fue un afortunado: Nunca pisó una cárcel. Su abogado fue un hábil litigante en California: Richard M. Nixon. Sus defensas fueron correspondidas con donaciones a sus campañas electorales. Cuando Nixon llegó a la Casa Blanca, Lansky optó por su retiro hacia 1968.
Sólo cuando uno de los suyos llegue, la mafia pasará la factura
Cuando Ronald Reagan fue convertido en Presidente, antes, un policía neoyorkino, en entrevista con un escritor estadounidense, había advertido: Sólo cuando uno de los suyos llegue a la Casa Blanca, no daremos cuenta que la mafia nos pasará la factura–
Aquellos personajes fueron tema de producciones cinematográficas y televisivas como El Padrino y la serie Los Soprano. Pura apología de la violencia mafiosa.
Nuestro seguimiento en las pantallas, nos informa ahora que los mafiosos de los Estados Unidos en los tres primeros cuartos del siglo XX, fueron unas damas de la caridad al lado de las bandas contemporáneas que asuelan las ciudades de Nueva York, Los Ángeles, Las Vegas, etcétera.
La temática de esos productos audiovisuales -está en carteleras El irlandés– sin embargo, pone el acento sobre los criminales de cuello percudido y caras cortadas, la mayoría dedicada al narcomenudeo. Sólo tangencialmente, aparece alguno de cuello blanco, únicamente para identificarlos como operadores del blanqueo de dinero resultante de esa ilícita empresa, sobre la que el Departamento del Tesoro solo apunta para efectos fiscales.
La DEA duerme muy cómodamente con el enemigo en casa
Durmiendo con el enemigo, la Agencia Antinarcóticos (DEA) no percibe sus asfixiados ronquidos. Su ocupación es ubicar al enemigo público número 1 de los Estados Unidos, cada vez renovado, que casualmente resulta ser de origen extranjero.
Esta semana, la DEA dio a conocer un sensacional logro en la Operación Pitón -órgano que no le entra a sus connacionales: Han caído los primeros 250 de 700 miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación. Pero aún no le echa el guante al más pesado: Nemesio El Mencho Oseguera, por cuya cabeza la Agencia elevó la recompensa a 10 millones de dólares.
Ipso facto, la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda reparó que aquí el Cártel jalisciense, por interpósitas personas físicas y morales, tiene propiedades inmobiliarias cuya existencia no había sido detectada.
Valor fiscal precario, no se compara con el valor electoral
De todas formas, aunque como valor fiscal esos dominios no representan nada extraordinario, como valor electoral son una buena contribución a la campaña reeleccionista de Donald Trump, quien ahora ha levantado un segundo muro, de más rápido y eficaz funcionamiento: El muro aéreo. A los tanques pensantes de la campaña republicana se les secó el cerebro.
Por eso no leen su propia historia mafiosa. Así se les juega el falso puritanismo de la Supremacía Blanca. Qué le vamos a hacer.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.