Siria: Momentos decisivos y muy peligrosos

 

MSIA Informa

Luego de siete años y medio de los conflictos más sangrientos del último medio siglo, Siria puede comenzar a vislumbrar la proverbial luz al final del túnel, toda vez que sus renovadas y llenas de vigor Fuerzas Armadas, con el respaldo de las fuerzas de Rusia, de Irán y de Hezbolá, asumieran definitivamente la iniciativa y están limpiando el país de los invasores yihadistas que lo han devastado desde 2011.

 

Las fuerzas aliadas se preparan en este momento para la tan esperada embestida para la liberación de la provincia de Idlib, en el Noroeste del país, en poder de los yihadistas desde marzo de 2015. La vecina provincia de Afrin, al Norte, está ocupada parcialmente por tropas turcas, que invadieron el territorio sirio con el pretexto de crear una barrera contra los combatientes kurdos del Ejército Libre de Siria (FSA, por sus siglas en inglés), que ocupan el territorio al Este del río Éufrates, considerado por Ankara aliado de los militantes del Partido de los Trabajadores de Curdistán (PKK). Cerca del 70 por ciento de Idlib está ocupado por el grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS), una rama de Al-qaeda denominada anteriormente Frente al-Nusra, y otras fuerzas yihadistas menores.

 

La operación está planeada para comenzar luego de la reunión cumbre ruso-turco-iraní señalada para el 7 de septiembre, que deberá establecer las reglas del juego respecto a la presencia turca en la región. Si, anteriormente, el gobierno del presidente Recep Erdogan llegó a manifestar la necesidad de incorporar una parte del territorio a Turquía, ahora el presidente sirio, Bashar al-Assad afirmó la importancia de recuperar cada metro cuadrado del territorio sirio ocupado hoy por fuerzas extranjeras.

 

El canciller turco, Mevlut Cavusoglu, acompañado por el ministro de Defensa y del jefe del servicio de información, se reunieron en Moscú con el canciller Serguei Lavrov y sus respectivas contrapartes rusas para señalar los objetivos. Se espera que el presidente ruso, Vladimir Putin, y su colega iraní, Hassan Ruhani, cuya sociedad con Erdogan ha sido determinante para el éxito de la estrategia de limpieza de Siria, puedan reducir las ambiciones del sultán de Ankara y arrancarle un compromiso que por lo menos no obstaculice la operación militar.

 

El problema mayor

Aunque el problema mayor podría no ser Turquía, sino la coalición EUA-Reino Unido-Francia, la que, en los últimos días, ha emitido señales de que no está dispuesta a mirar pasivamente el avance y que podría recurrir de nuevo al viejo truco de responder militarmente a un supuesto “ataque químico” en la provincia por el gobierno sirio.

 

El 21 de agosto, a pretexto del quinto aniversario del primer ataque químico en Guta, atribuido al gobierno sirio (pero, en realidad, realizado por yihadistas con sede en Turquía), los tres países divulgaron un comunicado conjunto en el que afirmaban que “continuamos decididos a actuar si el régimen de Assad usara nuevamente armas químicas” (F&CO, 21/08/2018).

 

Al día siguiente, el incendiario consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton, reforzó el mensaje en una entrevista colectiva: “Sólo para que no haya confusión, si el régimen sirio usase armas químicas, nosotros responderemos con mucha fuerza y ellos realmente deberían pensar eso por un largo tiempo” (Al-Jazeera, 22/08/2018). El 27 de agosto el presidente francés, Emmanuel Macron, en una reunión con diplomáticos de su país, reiterar que “seguiremos actuando de esa manera, si viésemos nuevos casos confirmados del uso de armas químicas” (Sputniknews, 27/08/2018).

 

Ocurre que dos días antes, el sábado 25, el portavoz del Ministerio de la Defensa ruso, el mayor general Igor Konashenkov, acusó públicamente a los terroristas del HTS de Idlib de estar preparando un falso ataque químico con el respaldo de agentes de los servicios de espionaje británicos, para justificar un nuevo ataque de misiles contra Siria. Según él, ocho recipientes de cloro se habrían trasladado a Idlib. Sin medias tintas, el general afirmó:

 

“La escenificación de esa provocación, con la participación activa de los servicios especiales del Reino Unido, está planeado para servir de nuevo pretexto para ataques con misiles y bombas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia contra instalaciones gubernamentales y económicas de Siria. El destructor Sullivans de la Armada estadounidense, con 56 misiles a bordo, llegó al golfo Pérsico días antes, mientras que un bombardero estratégico B-1B de la Fuerza aérea de Estados Unidos armado con proyectiles aire-tierra AGM-158 JASSM fue trasladado a la base aérea de Al Udeid, en Catar”.

 

Movilización militar

Konashenkov criticó las “declaraciones absolutamente infundadas” de los gobiernos de los tres países y dijo que tales actos “se destinan a provocar otra escalada sangrienta de la situación del Medio Oriente y a desestabilizar el proceso de paz del territorio de Siria” (Tass, 25/08/2018).

 

Rusia, por su parte, reunió en los últimos días el mayor contingente naval en Siria desde el inicio de su intervención en el conflicto en 2015, con nada menos que diez navíos de guerra y dos submarinos, movilizados de las flotas de Norte, del Báltico y del mar Negro y la flotilla del Caspio, todos armados con misiles (Sputnik Brasil, 28/08/2018). Tanto el número de buques como la procedencia, representan la clara intención de enviar un mensaje a los gobierno de la coalición de “vengadores de ataques químicos,” de que esta vez la respuesta a un probable ataque sería más fuerte que en las últimas ocasiones en la que se usó el viejo truco, la última de ellas en abril de este año.

 

Los sistemas de defensa contra ataques aéreos sirios y rusos se encuentran, además, en alerta máxima a causa de las amenazas de la coalición, de modo que para superar tal configuración de fuerzas sería necesario un ataque a escala mucho mayor que las anteriores, lo cual, en caso de suceder, acarrearía con toda seguridad una dura respuesta rusa.

 

El escenario, en esencia, recuerda bastante los 13 días tensos de la Crisis de los Misiles Cubanos, de octubre de 1962, cuando la entonces Unión Soviética y Estados Unidos estuvieron muy cerca de un tiroteo nuclear a causa de la instalación de proyectiles nucleares soviéticos en la isla caribeña.

 

En ese entonces, se evitó lo peor con una diplomacia paralela establecida entre el presidente John F. Kennedy y el primer ministro Nikita Krushchov, que tuvieron que esquivar a sus respectivos e impetuosos jefes militares, a todas luces dispuestos a “calentar” la Guerra fría. Sin embargo hoy, con la falta de estadistas en Washington, París y Londres, cualquier provocación, error de cálculo o incidente puede poner a las dos súper potencias y a sus aliados en un conflicto directo.

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