Mouris Salloum George*
Si la corrupción público-privada en México, como diseño de una política de Estado -según se ha tipificado recientemente-, alcanza dimensiones criminales por su impacto en la economía nacional en su conjunto, esa odiosa práctica es doblemente condenable cuando se descarga sobre el espectro social.
Especialmente durante el mandato de Enrique Peña Nieto,los órganos teóricamente punitivos y organizaciones no gubernamentales han documentado el saqueo del erario público, socializando las pérdidas y privatizando las ganancias.
En particular la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cámara de Diputados, en las revisiones de las Cuentas Públicas del gasto federal, ha encontrado que los subejercicios y desvíos del Presupuesto de Egresos causan monstruoso quebranto a los sectores inscritos en la genérica política de Desarrollo Social.
En ese rango están las políticas públicas orientadas a los sectores Salud, Seguridad Social, Educación,Sistema de Jubilaciones y Pensiones, Vivienda, etcétera.
La perversa ingeniería financiera para ocultar raterías
El método más socorrido para el saqueo de las finanzas públicas ha sido, durante la oscura era neoliberal, la invención a pasto de fondos y fideicomisos maquinados bajo la técnica de ingeniería financiera para dificultar el seguimiento del dinero. Incluso, esas figuras han sido amparadas a la sombra del secreto bancario y fiduciario.
El instrumento a sabor más utilizado, es el denominado Banca de segundo piso. Esto es, la triangulación de recursos públicos al través de la banca de desarrollo,operada por la cabeza de sector, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y regulada y presuntamente supervisada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Investigación aplicada para la formación de capital humano
Vamos a tratar un caso particular de ese espectro bajo una óptica: Atribúyese el despegue de algunos Estados, de su condición de subdesarrollo, de su rango de economías emergentes a la categoría de nuevas potencias económicas.
El caso más asombroso se ha dado en países de Asia. El mérito de sus gobiernos ha sido privilegiar la formación de capital humano para el desarrollo. La herramienta es por todos conocida: La asignación de recursos públicos excepcionales a la investigación científica y tecnológica.
Los modelos más reconocidos han sido, primero, Japón; ahora China, Singapur, Corea del Sur, Vietnam, etcétera.
La “virtuosa” estrategia para secuestrar al Conacyt
Viene el asunto a tema ahora que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) entra a las carteleras del escándalo público por el hallazgo de anomalías en la gestión de sus partidas presupuestales.
Se llama a actuar a la Secretaría de la Función Pública (SFP), donde ha aplicado una expresión campirana: Después de conejo ido, pedradas al matorral.
La directora general de aquel órgano rector de la política de Ciencia y Tecnología, Elena Álvarez Buylla puso a sonar las alarmas. Reveló en foro especializado que las trapacerías en la institución se fraguaron al través de 65 fideicomisos. Por esa “virtuosa” red se ha detectado que, un mismo proyecto se repite hasta en veinte veces.
Sólo el dato indicativo: 65 fideicomisos, se dice rápido: Pero es prácticamente imposible fiscalizar de manera eficiente y transparente todo su conjunto, sostuvo la funcionaria.
Repetimos una afirmación anterior: La imposibilidad de fiscalizar eficientemente es una perversa premeditación, basada en los ingenios de la ingeniería financiera.
Los bellacos se mecen en el trapecio burocrático
Aun la Auditoría Superior tarda meses y acaso años en detectar las tranzas debido a que las Cuentas Públicas, tanto del gasto central como federalizado, se presentan al término de cada ejercicio fiscal. Cuando se concluyen los peritajes contables, todavía tiene que esperar un plazo adicional para dar oportunidad a los presuntos implicados a que solventen sus observaciones.
En no pocos casos, esos presuntos implicados son trasladados de un encargo a otro ilesos y sólo eventualmente Función Pública dicta inhabilitaciones en el servicio público, medida burlada invariablemente por sus nuevos empleadores.
Nos quedamos pues, con la institución neoliberal: Socialización de las pérdidas; privatización de las ganancias. Para eso se diseñó la maquinaria infernal tecnocrática.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.