La diseminación acelerada del coronavirus Sars-CoV-2 trae a colación la tremenda falta de preparación para ofrecer las condiciones medicas adecuadas que permitan lidiar con la crisis. Al mismo tiempo, no obstante, hay mucha solidaridad, por ejemplo, en la televisión alemana se han presentado diversas entrevistas con médicos que, de manera calmada y segura, explican que los hospitales estaban preparados para recibir en cuidados intensivos a una ola mucho mayor de pacientes infectados por el coronavirus. Se congratulaban, al mismo tiempo, de que algunos hospitales alemanes estuvieran ofreciendo ayuda a Francia y a Italia para recibir pacientes de esos países. Otros afirman que el “triage” no es una respuesta a la crisis, sin diferencia en el tratamiento de ancianos y de jóvenes pues todos tienen el derecho al mismo tratamiento.
La mayor conmoción, en medio de la crisis, es que en los países europeos más ricos, así como en Estados Unidos, hay una escasez crónica de mascarillas, respiradores mecánicos y otros materiales y equipos. Al mismo tiempo, especialistas y médicos señalan que en los últimos años en Alemania los “gastos” en el sector salud fueron recortados brutalmente, para ser sustituidos por una política de “salud” orientada a las ganancias y a la “gestión hospitalaria”, donde se incluía la reducción sistemática del personal de enfermería, el cierre de hospitales y la fusión de hospitales bajo los criterios de “eficiencia de costos”. Lo mismo sucedió con los equipos médicos adquiridos “justo on time”. Todos son criterios defendidos anteriormente entre los formadores de opinión tales como la Fundación Bertelsmann, entidad privada que promueve los principios de la libre iniciativa.
¡China construyo un hospital de 2 000 camas en 14 días! ¿Por qué eso no se puede hacer en Alemania ni en otros países europeos? ¿Cuáles son sus puntos de referencia en esta crisis, si no es que su condición extraordinaria exige esfuerzos extraordinarios de respuesta en la economía y en la sociedad, de acuerdo con la solidaridad? La incomoda cuestión que surge en este marco es: ¿Por qué Europa no reúne todas sus energías para investigar el Covid-19 y encontrar una vacuna, pero si deja espacio para los economistas del laissez-faire?
En materia económica, acabamos de ver que los ministros de Finanzas de la Unión Europea (UE) no lograron llegar a un acuerdo sobre el uso de los “bonos corona” (corona-bonds) pedidos por Bélgica, Francia, Italia, España y otros países, con los que la UE ayudaría a aliviar la carga de la deuda de algunos países a causa de esta situación extraordinaria. Sorprende que los Países Bajos y Alemania mostrasen una vergonzosa falta de solidaridad por no considerar los títulos “medidas de emergencia”, decisión que puede poner en peligro la cohesión del bloque europeo.
Coronavirus y la comunidad científica
En la comunidad científica hay un acalorado debate sobre el origen del Sars-CoV-2, por ejemplo, es ilustrador estudiar un informe de 2012 del Parlamento alemán sobre la protección de la población de una gran epidemia de un virus como el del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y sus consecuencias en la sociedad. El estudio describe un escenario elaborado por un grupo de entidades encabezado por el Instituto Robert Koch, el Instituto Paul Ehrlich y el Comando de apoyo conjunto de las Fuerzas Armadas Federales Alemanas, el cual considera un caso hipotético de varias olas de infección trasmitidas a partir de Asia y que entran a Alemania por el Norte y por el Sur del país, para dejar a casi seis millones de alemanes infectados con el virus Modi-SARS. La conclusión del estudio fue que el sistema de salud alemán enfrentaría enormes dificultades si tal escenario se hiciese realidad.
Las Zoonosis y el salto entre especies
El 28 de marzo, el diario suizo Neue ZuricherZeitung (NZZ) publicó un artículo sobre la manera de evitar nuevas pandemias como esa en el futuro. El artículo aborda la cuestión del “salto de diferentes virus animales” y pone de ejemplo un mercado de animales vivos de la ciudad china de Guilin. El artículo dice que en 2018 se analizó en una reunión de la Organización Mundial de la Salud la “Enfermedad X”, descrita como un “virus desconocido” capaz de causar una pandemia. Peter Daszak, presidente de Eco Health Alliance, organismo privado de investigaciones de Nueva York, uno de los participantes de la reunión, afirmó: “hoy está claro: el Covid-19 es la “Enfermedad X”. El texto destaca que, hasta ahora, poca fue la atención dada a las posibles causas de la pandemia.
La respuesta, dice el NZZ, es preocupante, pues muestra que los agentes de esa catástrofe son conocidos desde hace mucho tiempo, y que desde hace mucho tiempo son ignorados, de la misma forma que las alertas de especialistas que avisarían del surgimiento de la enfermedad o del potencial de pandemias desde hace tiempo. Para muchos especialistas, sin embargo,el coronavirus no fue una sorpresa. “Era tan solo una cuestión de tiempo” dijo el veterinario de vida silvestre Christian Walzer, jefe del Departamento de Salud de Wildlife Conservation Society (Sociedad de conservación de la vida silvestre) de Nueva York. “Si no cambiamos las cosas, habrá otras trasmisiones de virus. Yo diría que ellas son la causa de todas las enfermedades recién aparecidas”, agregó.
El artículo dice que 75 por ciento de las enfermedades infecciosas recientes que afectan a los seres humanos son zoonosis, es decir, que son originarias de animales, de acuerdo con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estadounidense.
Todo esto lleva a la cuestión central de la necesidad de promover un cambio radical de la economía del laissez-faire y de la política de “just in time”, para, en el caso de la salud pública europea, concentrarse en la preparación plena para el combate de la enfermedad.
Francisco y las consecuencias morales para la sociedad
El 27 de marzo, en una sobrecogedora ceremonia el Papa Francisco concedió la bendición extraordinaria Urbi et Orbi (A la ciudad y al mundo), tradicionalmente realizada únicamente dos veces al año, en la Navidad y en la Pascua. Fue imponente ver al Pontífice caminando solo en medio de la lluvia en la Plaza de San Pedro. Su primera parada fue para orar enfrente del icono mas antiguo de Roma, Santa María Protectora del Pueblo Romano (de la basílica de Santa María Mayor) y, después, enfrente de la Cruz de Praga de San Marcelo el Corso, del siglo XIV, para finalizar ante la custodia que usaría para la bendición.
El Papa hizo una breve homilía referida al Evangelio de San Marcos (Mc 4:35), en el pasaje que describe una discusión entre Jesús y sus discípulos cuando enfrentaron una fuerte tempestad al cruzar un lago. Remitiéndose a la frase introductoria de la sección: “Y les dijo en aquel día, llegada la tarde” para subrayar: “Hace semanas, anocheció. Una oscuridad espesa se acumuló sobre nuestras plazas, calles y ciudades, extenúo nuestras vidas y llenó todo con un silencio ensordecedor y con un vacio angustiante, que interrumpe todo mientras pasa… Nos encontramos con miedo y perdidos. Como los discípulos del Evangelio, fuimos tomados por sorpresa por una tempestad inesperada y turbulenta”.
Sin embargo, recalco “estamos en el mismo barco, todos frágiles y desorientados, pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios; todos llamados a remar juntos, cada uno de nosotros necesitando confortar al otro”.
“La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto las falsas y superfluas seguridades con las que construimos nuestros programas, nuestros proyectos, nuestros hábitos y prioridades. (…) La tempestad pone al descubierto todos los propósitos de empaquetar y olvidar lo que alimentó el alma de nuestros pueblos; todos los intentos de anestesiar con hábitos en apariencia salvadores, incapaces de hacer un llamado a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para enfrentar las adversidades. Con la tempestad, cayó el maquillaje de los estereotipos con que enmascaramos el nuestro yo siempre preocupado con la propia imagen; y quedó descubierto, una vez más, aquella (bendita) pertenencia común a la que no nos podemos sustraer: la pertenencia como hermanos”.
*MSIa Informa