Comunidades indígenas en la CDMX olvidadas tras el sismo

  Hace unas décadas, este edificio debió lucir esplendoroso: altos techos cubiertos de terciopelo, laberintos de pasillos, cada habitación más amplia que la anterior. Hoy, en cambio, si Alejandra Maya quiere pasar de su cocina al baño tiene que hacerlo con sigilo; y si sus hijas –de nueve y siete años– la siguen, deben hacerlo una detrás de la otra,…

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