Telma Bordonde, argentina de 96 años, no le teme al covid-19 y hace tapabocas para donarlos a un hospital

 

La primera imagen que Roxana Grimaldi tiene de Telma Bordone, la protagonista de esta historia, se remonta a 35 años atrás, cuando junto a su familia llegó por primera vez a la localidad de 9 de Julio, en la provincia de Buenos Aires.

 

Lo que más llamó la atención de Roxana, con 6 años, no fue el paisaje rural de su nuevo barrio, sino la casa que tenían justo al lado. Era pequeña, hecha con retazos de chapa y barro sin revocar, como construida a mano, y repleta de flores y plantas que embellecían lo agreste de su fachada.

 

Desde el día en que llegó a 9 de Julio, la pequeña tuvo intriga por saber quién o quiénes vivía allí. Hasta que cierto día por fin se encontraron: con el pelo blanco enmarañado y un gorrito de lana, Telma Bordone ─de 61 años─ la saludaba desde su jardín. Aquella escena de 1985, sin que ambas lo supieran, daría comienzo a una amistad que superaría cualquier barrera.

 

EJEMPLO DE SOLIDARIDAD

Hoy, Telma Bordone, de 96 años, ha puesto de cabeza a la prensa argentina. Su historia La abuela que hace barbijos para donarlos al hospital de su pequeño pueblo; Ejemplo de solidaridad en medio de la pandemia”, se viralizó a través de las redes y llegó hasta los principales informativos, opacando brevemente el recuento de víctimas por el covid-19.

No es para tanto, decía Telma, cada vez que era entrevistada desde su casa en 9 de Julio, donde cumple el aislamiento obligatorio dictado por el Gobierno.

Apenas ayudo con algunos bordados, agregaba, con un hilo de voz fino.

 

ABRIL DE 2019

Telma, con 95 años, se retuerce del dolor en el suelo: acaba de caerse en la calle. Sus huesos gráciles cedieron al golpe y un dolor punzante aprisiona ahora su cadera. Ya no puede caminar como antes; le cuesta vestirse, cocinar, incluso ir al baño.

 

Su hijo no puede mudarse con ella, tampoco llevársela consigo. “Vino una asistente social para meterla en un asilo estatal”, rememora Roxana.

Ella no paraba de llorar, no quería irse. Entonces, en ese instante, como hace 35 años, las amigas cruzaron miradas y una frase terminó con la agonía de Telma: Se viene a vivir conmigo.

 

LLEGA LA ABUELA A LA FAMILIA

Para noviembre pasado, la familia de Roxana no sólo está compuesta por su marido y sus dos hijos, ahora se ha sumado a ellos una “abuela”.

 

Se le construyó un cuarto con baño propio en su nuevo hogar y, desde ese lugar, Roxana y el resto de la familia puede cuidarla sin mayores complicaciones.

 

A pesar de sufrir cataratas que complican su vista, Telma mantiene la misma agilidad en los dedos que cuando tejía en su juventud. Y también, según su hija postiza, las mismas energías, por lo que, hasta el momento, ha confeccionado más de 200 tapabocas, que la mantienen en el estrellato y ya, en el corazón de las personas que conocen su historia.

Fuente: actualidad.rt.com

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