A solo unos días de que termine el lapso establecido por la administración de Donald Trump para edificar los ocho prototipos de su polémico muro en la frontera con México, estos reciben ya los toques finales antes de ser evaluados por el propio presidente el próximo 26 de octubre.
En tiempo récord, las seis compañías constructoras que se dieron a la tarea de ganar la licitación de la obra construyeron las inmensas paredes, de 9.1 metros de largo e igual anchura, basadas en distintos diseños pero todos con el objetivo de detener la migración ilegal y el tráfico de droga a lo largo de los más de tres mil kilómetros que compone la linea divisoria entre ambas naciones.
Los muros fueron edificados en la Mesa de Otay, en San Diego, una de las zonas con mayor cruce de personas del mundo y que mantiene una relación estrecha con Tijuana, ciudad de la que se encuentra separada únicamente por la valla divisoria existente en la actualidad.
Terence L. Shigg, presidente del Consejo Local de la Patrulla Fronteriza, expuso al periódico Excélsior que los diseños cumplen con requisitos muy específicos, incluyendo que no se puedan saltar y que no puedan ser burladas con túneles. Añadió que se elegirá más de un modelo, buscando que se adapten a los distintos terrenos a lo largo de la frontera.
“¿Podemos poner una barrera de costa a costa? Sí, ¿Será toda igual? No, no creo que nadie piense que será igual una pared sólida todo el trayecto, de costa a costa, por supuesto que ésa no es la mejor forma de hacerlo”, señaló.
Mientras tanto, el profesor de la Universidad de San Diego Óscar Romo explicó que el dinamismo que vive esa región así como su cercanía con Tijuana la vuelven el escenario perfecto para experimentar con formas para controlar el flujo migratorio desde México y el resto de América Latina.
“San Diego ha sido utilizado como el sitio para experimentar estos esfuerzos. Se han hecho varios, aquí comenzó la idea de hacer un muro, aquí se hizo el experimento de iluminar la frontera, aquí se hicieron los primeros intentos de crear algún tipo de vigilancia electrónica y ahora se intenta nuevamente apantallar al público norteamericano con estos prototipos”, explicó.
Pese a que la edificación de los prototipos, que costaron en total alrededor de 20 millones de dólares, vuelven una realidad la amenaza de Trump de construir un gigantesco muro fronterizo, aún cuenta con el desafío de conseguir los recursos necesarios para su elaboración en un panorama donde disminuye anualmente el número de personas que intenta cruzar ilegalmente a EU.
Fuente: Staff