The end of the fucking world: dos misfits adolescentes que buscan la libertad en un mundo de mierda

 

La serie adolescente británica The End of the Fucking Worldinspirada en el cómic del mismo nombre de Charles S. Forsman, y que nos cuenta la historia de un par de adolescentes llamados James (Alex Lawther) y Alyssa (Jessica Barden).

 

Es una serie brillante, precisa y nihilista. Aguda, dolorosamente actual y divertida. No tiene capítulos de relleno.

 

En menos de tres horas que se sienten demasiado breves la ves de principio a fin, y en vez de darnos un par de episodios expositivos acerca de qué trata todo, van al grano en el primer minuto del primer capítulo:

 

“Soy James. Tengo diecisiete años. Y estoy bastante seguro de que soy un psicópata”.

 

ROMPE CLICHÉS

Es una serie que rompe con los esquemas y los clichés de shows con teenagers problemáticos, sin miedo de mostrarnos de manera visceral, vulnerable y real lo que significa ser dos misfits en un mundo de mierda. Es una bocanada de aire fresco en un mercado televisivo saturado.

A diferencia de las series adolescentes con las que muchos crecimos centradas en mean girls, en el glamour de escuelas secundarias privadas, porristas o la visión de una vida teenager desde un punto de vista tan dramático como en cualquier telenovela, hoy en día el público quiere algo real y diferente.

 

Ser adolescente es generalmente una mierda, y series como Skins o Skam han logrado conectarse con su audiencia justamente por no tener miedo de mostrar las presiones de pertenecer, de tener problemas mentales, de enfrentarse a una familia homofóbica, al bullying, a las drogas o simplemente al hecho de no saber quién demonios eres. Y ese conflicto de saberse un desadaptado y un misfit se refleja perfectamente en la historia de James y Alyssa.

 

ALYSSA NO “ENCAJA” EN LA SOCIEDAD

En uno de los episodios, Alyssa cuenta que no confía en la gente que “encaja” en la sociedad. Los que parecen no tener problemas, los que aparentemente tienen una familia y una vida perfecta, y los que se conforman con el mundo que los rodea.

 

Era casi inevitable que se unieran: él, psicópata pero no tanto, que se frió la mano cuando era niño para sentir algo luego de presenciar el suicidio de su madre; y ella, invisible, con una madre convenientemente ciega al hecho de que su esposo tiene ganas de tener sexo con su propia hija.

 

Terminan convirtiéndose en fugitivos improvisados porque es la única manera de sentirse libres bajo sus propios términos; sin adultos de mierda que tomen decisiones por ellos. Con un auto robado, sin dinero, sin reglas y con el mundo a sus pies. Al menos por un rato.

Fuente: ismorbo.com

 

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