Toronto City Cannabis: Canadá emprende las Guerras del Opio post modernas

 

Silvia Palacios*

El pasado 17 de octubre el gobierno del primer ministro, Justin Trudeu triunfante anunció haber cumplido su gran promesa de campaña al conseguir legalizar, el consumo y la producción de mariguana en Canadá. No obstante de que en el país la marihuana para fines medicinales es legal desde 2001, permitiendo el crecimiento de grandes compañías, que cotizan en la bolsa de valores de Toronto –filial de la City de Londres- la liberación total la suma al menú de las mercancías legales (commodities), lista para integrarse a la globalización financiera ávida de medios para sobrevivir.

 

Aunque los productos derivados, como alimentos, cosméticos o cigarrillos electrónicos, no serán autorizados hasta 2019, la alucinación del “nuevo dorado” desató la euforia internacional de casas financieras, y de empresas de medicinas, de alimentos y de bebidas. El mundo de la especulación financiera respiró aliviado, y ahora se concentra en ganar la próxima veta: la legalización plena de la marihuana en el estado norteamericano de California, uno de los grandes centros consumidores del mundo.

 

La labor de zapa para legalizar las drogas la iniciaron hace algunas décadas personeros de la talla del economista neo liberal ortodoxo Milton Friedman premio Nobel de Economía, o el megaespeculador George Soros, este mecenas financiando costosas campañas de convencimiento realizadas mediante su red de fundaciones. Desde ese momento se fraguo el ardid de abogar en conjunto por la legalización del consumo de marihuana para el placer (le llaman recreativo) y para su uso con fines terapéuticos, como si no existieran ya a disposición medicinas más efectivas para los fines alegados. Tal como se demuestra en el proceso de Canadá, aquella segunda demanda fue el trampolín para la legalización total.

 

Al final lo que se buscaba era eso, extraer por doquier ganancias especulativas a costa de la destrucción de las naciones y de la dignidad del ser humano. De ese aglomerado del poder económico mundial parte la inmensa presión para que Colombia y México se mantengan atados a las nuevas reglas del colonialismo y de una vez por todas acepten la condición de países productores de drogas y nada más. Es de cara el viejo método del colonialismo británico pionero del negocio de las drogas al lanzar las guerras del opio contra China (1820-80).

 

En Colombia, la mariguana para fines terapéuticos fue legalizada en 2015 por el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, y aun sin salir del atolladero del Acuerdo de Paz, con la narcoguerrilla de las FARC, las empresas canadienses toman al país debilitado cual conejillo de indias, tratándolo como fuente de mano de obra y de marihuana baratas para surtir a las empresas farmacéuticas del país miembro del Commonwealth británico. El impulso por legalizar consumo y producción de drogas data de 1979, liderada por el que más tarde fuera Presidente, Ernesto Samper Pizano, quien en ese entonces dirigía la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), creada por el banquero Jaime Michelsen, primo del expresidente Alfonso López Michelsen, el precursor en 1974, de la colonización del narcotráfico en Colombia, precisamente todos aliados políticos de la familia Santos.

 

El caso de México es más reciente. Uno de los adeptos nativos de la legalización fue el ex presidente Vicente Fox y su canciller Jorge Castañeda, uno de tantos hombres de Soros en el país. Covencido de la causa Fox es hoy día socio de la Khiron Life Sciences Corp, compañía farmacéutica de cannabis canadiense que cotiza en la bolsa de valores de Toronto y tiene actividades en Colombia.

 

Actualmente en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, lo peor es que la presión para legalizar la mariguana, proviene de la que seguramente será su secretaría de Gobernación, la ex ministra de la Corte Suprema, Olga Sánchez Cordero, quien gano un curul en el Senado.

 

 Toronto City Cannabis

En la cadena de Narcotráfico S.A., Canadá fue el lugar perfecto al reunir dos condicionantes, un primer ministro libertario post moderno y un sistema financiero espejo de la City de Londres. Sin dejar de considerar que algunos negocios con marihuana comenzaron a ser intermediados por Goldman Sachs y Merryl Lynch de Wall Street.

 

Para la mente macabra de los operadores financieros, después de Canadá, lo urgente es legalizar otros mercados de marihuana. En los pasillos del Congreso Mundial de Cannabis, celebrado en los Ángeles el 27 de septiembre, Sumit Methal narco asesor de negocios con marihuana afirmaba, “las inversiones de Canadá son la palanca con la que la industria cree que va a terminar de cambiar la regulación. Con su legalización “vamos a ver juntarse el mayor mercado de consumidores del mundo (California) con el mayor mercado financiero de marihuana del mundo (Canadá)”.

 

Un reportaje publicado en el periódico El País el 28 de septiembre titulado “Wall Street se engancha a la marihuana”, describe detalles de los negocios financieros en Canadá: “Las tres compañías más grandes del sector que cotizan en la Bolsa de Toronto ya acumulan más de 30.000 millones de dólares canadienses (unos 23.000 millones de dólares estadounidenses) de valorización. Se estima que la legalización impulsará la economía canadiense y generará de 816 millones a 1.100 millones de dólares en nuevos ingresos en el cuarto trimestre, sin contar el mercado negro, que se espera que continúe surtiendo una cuarta parte de la marihuana que se fuma en Canadá”, según el Instituto Canadiense de Estadísticas.

 

Agrega, “en julio pasado, la canadiense Tilray se convirtió en la primera empresa cotizada en el Nasdaq que se dedica a producir marihuana para uso medicinal. Debutó a 17 dólares. Esta semana estaba por encima de 130 dólares por acción. El pasado agosto, el gigante de las bebidas Constellation Brands (Corona, Modelo, Pacífico, vodka Svedka, tequila Casa Noble, vino Meiomi) anunció una inversión de 4.000 millones de dólares en Canopy Growth, una empresa canadiense de cannabis. Se trata de la mayor apuesta que ha visto hasta ahora la industria de la marihuana. Por comparar, es la cantidad por la que Disney compró la marca Star Wars”. El negocio lo intermedio Goldman Sachs y Merryl Lynch.

 

“La participación de los dos gigantes de Wall Street en el negocio “fue una señal al mercado de que las aguas son seguras. Una señal poderosa para una industria donde “te levantas cada mañana sabiendo que estás cometiendo un delito federal”, comentó otro alucinado asesor financiero citado en el reportaje.

 

El mismo reportaje agrega que “Lo mismos están pensando otros gigantes de las bebidas. Coca-Cola está oficiosamente hablando con Aurora Cannabis para estudiar productos con CBD (el componente relajante y analgésico del cannabis y el cáñamo, que no tiene efectos psicoactivos). La cervecera Molson Coors ya ha llegado a un acuerdo con la empresa Hexo para desarrollar este tipo de bebidas. Otra cervecera, Lagunitas, ya ha sacado al mercado Hi Fi Hops, que viene a ser agua con gas y extractos de cannabis.

 

Drogar a todo el mundo

El frenesí con el negocio de la marihuana no para, “Los últimos datos de Arcview, una de las consultoras de referencia, revelan un gasto global en marihuana legal de 9.500 millones de dólares en 2017 (8.500 en Estados Unidos, 600 en Canadá y 400 en el resto del mundo). La previsión de Arcview es que llegue a 12.900 millones este año y siga creciendo a ese ritmo hasta los 32.000 millones en 2022. En 2018, el número de adultos con acceso a marihuana legal para uso recreativo pasó de 17 millones (cinco Estados de EE UU más Uruguay), a 47 millones, con la incorporación de California el pasado 1 de enero. Este mes de octubre, cuando se sume Canadá, serán 75 millones”. Se afirma en el País.

 

Colombia conejillo de indias

El otro filón para los narco financieros es Colombia, a partir de la legalización de la producción de marihuana para fines medicinales empresas canadienses desfilan para hacer negocios, aunque con cierta cautela, pues todo dependerá del camino que tomará el nuevo presidente Iván Duque; quien insiste en reformular el Acuerdo de Paz en lo tocante a las concesiones extremas otorgadas a la narcoguerrilla, porque no es convincente cómo se desbaratará su vinculación con el narcotráfico.

 

En un amplio reportaje de CBC News de Toronto del 24 de septiembre, se presenta la situación en Colombia.

 

Se afirma que al menos siete compañías canadienses se han asentado invirtiendo más 100 millones de dólares, invirtiendo cerca de 100 millones de dólares. Una de ellas es la Spetrum Cannabis Colombia, subsidiaria de la Canopy Growth, una de las compañías más grandes de Canadá en el comercio de la marihuana e invertirá 60 millones de dólares en medios de producción e investigación, preparándose para ganar el lugar de principal exportadora de productos de cannabis para América Latina. 

 

Otra es la PharmaCielo que dice tener la más grande capacidad de producción en Colombia, sus principales operaciones se localizan cerca de Medellín y un proyecto piloto en el Valle del Cauca. Y claro con la mayor alevosía, la empresa se compromete a respetar los “derechos de los indígenas”.

 

Los financistas-empresarios ven el negocio a la manera clásica de un estricto trato neocolonial de libre mercado, meras y oportunas ¡ventajas comparativas! Así resaltan que producir un gramo de cannabis en Colombia cuesta cinco centavos de dólar, en Canadá 1,50 dólar. El salario mínimo en Colombia es de $1,64 dólar por hora y en Canadá 14 dólares.

*MSIA Informa

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