Nunca pudo imaginarse Verónica que el video de contenido sexual que grabó hace cinco años pudiera costarle la vida.
En la fábrica de transportes Iveco a las afueras de Madrid donde trabajaba la mujer, se empezó a difundir el video por los celulares de sus compañeros. Corrió como la pólvora. Su presión fue creciendo hasta que se hizo insostenible.
Comenzaron las bromas, los comentarios, las miradas, las risas de sus compañeros. Verónica no quería que llegara a manos de su marido, pero llegó. Pidió perdón a su pareja, tal vez era demasiado tarde.
Hace unos días, el cuerpo de Verónica apareció sin vida. Se había ahorcado.
CONDUCTA DELICTIVA
En la fábrica donde laboraba Verónica, de 32 años, que deja dos niños de nueve meses y cuatro años, trabajan dos mil quinientas personas.
Nadie quiere hablar, se ha impuesto la ley del silencio. La fiscalía está investigando los hechos porque podría haber delitos de rebelión de secretos o encubrimiento. La justicia quiere saber quién envió el video, quién lo compartió y a cuántos dispositivos llegó el video sexual.
“Esa conducta está penada con pena de cárcel y el que comete ese tipo de delitos se enfrenta a una pena que va entre los tres meses de cárcel y un año”, dijo el abogado Fernando Ron.
El video que se propagó por toda la fábrica también llegó a compañeros amigos de otros amigos. La tensión fue a tal grado que Verónica no pudo con la desesperación.