“Un niño hoy puede esperar cambiar de trabajo al menos siete veces en el transcurso de su vida y cinco de esos trabajos aún no existen” , consideró el Ministro de Educación de Argentina, Esteban Bullrich.
Nos hallamos en una era de transición. Por primera ocasión en la historia de la humanidad, los avances tecnológicos se encuentran afectando radicalmente la vida de las personas en una fracción del tiempo de la década pasada. La velocidad de los cambios esta poniendo en tela de juicio el sistema educativo, que ya muestra síntomas de deterioro: la alta tasa de desempleo juvenil a nivel mundial seria el más obvio.
Este fenómeno se puede explicar por tres razones:
- Existe una desconexión entre la realidad laboral y lo que se enseña en la educación superior, producto de la poca interacción entre el mundo académico y el mundo laboral. Las instituciones de educación superior no están anticipando adecuadamente el conjunto de competencias que se está demandando en el ámbito laboral, y por lo tanto preparamos en muchos casos estudiantes sub-calificados. Las políticas universitarias deberán crear un pilar que incentive la colaboración con el sector privado para disminuir esta brecha.
- En segundo lugar, existen un conjunto de inteligencias que no se desarrollan adecuadamente en la educación secundaría. Según el doctor Howard Gardner, psicólogo de desarrollo de Harvard, existen ocho diferentes tipos de inteligencias o inteligencias múltiples(lógico-matemática; lingüística; kinestésica; musical; visual-espacial; intrapersonal; interpersonal y naturista), pero nuestro sistema educativo solo considera las dos primeras, evaluando en función de ellas y empaquetando el aprendizaje, sin considerar nuevos sistemas de enseñanza que encajen con los distintos tipo de estudiantes y sus múltiples capacidades.
- En tercer y último lugar, obviamos el elemento más importante que debe propiciar la educación, el aprendizaje. Deberíamos re-nombrar al “sistema educacional” por “sistema de aprendizaje de por vida” (lifelong learning en inglés). No es adecuado pensar que el aprendizaje acaba cuando se finaliza la secundaria o la universidad, seremos seres disfuncionales si después de graduarnos dejamos de aprender.
“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas” Mario Benedetti.
El nuevo sistema de enseñanza debe potenciar un conocimiento más personalizado, en el que se pueda descubrir el potencial de cada persona y estará cubierto por metodologías atingentes a la realidad, que propicien la indagación sobre la memorización, la reflexión por sobre mecanización, la colaboración por sobre la competencia, la búsqueda de propósito por sobre la acumulación de titulos.
Lo que se avecina es el apogeo de un sistema diseñado para la revolución industrial y basado en una linea de producción altamente estandarizado, a uno que revolucionará el aprendizaje desde sus cimientos. Veremos un sistema donde los profesores ejerzan una educación personalizada, utilizando la tecnología como un elemento clave para la indagación; estudiantes aprendiendo con alumnos de distintas edades, con ramos donde se enseñarán metodologías para descubrir el interés personal, con una integración en-linea con el mundo real, con mediciones sobre el aprendizaje personal o de un proyecto, donde el maestro no será el más sabio de la sala, sino que un catalizador del aprendizaje y quien también aprenderá, porque diseñará en conjunto las nuevas preguntas, de esas que aún no se conocen las respuestas, y donde la colaboración finalmente será la protagonista, en esta era donde la única garantía futura, es la incerteza.
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