¿Cómo conocer cuándo tu hijo o hija hacen bullying a sus compañeros? Esta madre lo descubrió y narró cómo lo hizo por medio de una serie de tuits.
La internauta identificada en Twitter como @2Cronopia constituye una madre que contó la ocasión en la que descubrió que su hija mayor hacía bullying a una de sus compañeras.
Por medio de un relato dividido en varios conmovedores tuits, @2Cronopia indicó cómo el bullying hacia otra persona puede ser discreto y venir de quien menos lo esperaba, su propia hija.
“Pasa sin que te des cuenta,” señala la internauta que, decepcionada, publicó su historia para prevenir a otros padres de ignorar cuando sus hijos son los que contribuyen a la normalización del bullying o acoso escolar.
Nos daremos a la tarea de publicar los mensajes que subió esta tuitera el pasado 15 de febrero, cuya cuenta en Twitter fue eliminada por razones que aún desconocemos.
“Mira qué tan discreto es el bullying. Es difícil de detectar: Dos amigas de toda la vida llegan al sexto grado de primaria. Ahí comienzan a tener algún roce, nada importante. Cosa de chicas”.
“Una de ellas amplía su círculo de amistades y se separa de la otra, aunque la amistad sigue ahí. Un día una de ellas -llamémosle Fulana- llega a casa diciendo que ya nunca más quiere ser amiga de la otra, a quien llamaremos Zutana”.
¿No les gustan mis nombres falsos?
“Bien. Fulana dice que ya no quiere ser más amiga de Zutana y en su casa le dicen que no hay ningún problema pues ella es libre de tener las amistades que quiera”.
“Un par de días más tarde, Fulana explica en casa que, sin saber porqué, hay más niñas que ya no quieren jugar más con Zutana”.
La madre de Fulana le advierte: “nada de dejar a nadie de lado, eh. Una cosa es no ser amigas y otra muy distinta es ‘abrir’ a alguien,” porque en casa de Fulana están muy conscientes del tema del bullying escolar.
Fulana explica que no hay problema, que Zutana tiene más amigas y que no está sola. De vez en cuando explica “hoy a Zutana le han dicho equis cosa”, pero nunca se trata de insultos, sino de pequeñas frases algo desagradables pero sin importancia evidente.
Un día Fulana llega a casa explicando que la directora la llamó a su oficina para saber qué estaba pasando con Zutana.
Entonces la madre de Fulana nota que hay algo raro en lo que le cuenta su hija pues la directora no llama a alguien a su oficina solo porque perdió una amistad, así que decide llamarle a la madre de Zutana.
“Entonces la madre de Zutana le explica lo siguiente:
- “Que llevan semanas sin dirigirle la palabra a su hija más que para hacerle comentarios despectivos”.
- “Que diario le tiran al suelo la ropa que guarda en su gaveta”
- “Que en el comedor la obligaron a cambiarse de mesa todos los días”
“Al escuchar eso la madre de Fulana pregunta si su hija tuvo algo que ver con todas esas acciones desagradables y la respuesta es afirmativa”.
Entonces la madre llama a gritos a Fulana para pedirle que hablen en ese preciso instante.
Cuando llega Fulana, su madre la interroga:
- “¿Tú alguna vez le has tirado a Zutana su ropa al suelo?”
- “No, yo no. Pero si vi quién lo pudo haber hecho,” responde Fulana.
- “Y cuando viste que le tiraban su chamarra al suelo, ¿no hiciste nada para impedirlo?”, preguntó la madre.
- “No,” respondió la hija.
- “¿Tú le has pedido alguna vez a Zutana que se cambie de mesa en el comedor?,” cuestionó la madre.
- “Solo una vez,” dijo Fulana. “Pero le dije que solo si quería, porque si no quería, pues no. Los que le piden que se cambie cada día de mesa son ‘los otros’”.
“¿Y tú qué haces cuando a tu mejor amiga de tantos años le dicen que se cambie de mesa?,” preguntó la madre sin obtener respuesta.
Y todo el asunto se resume así: según mi hija, “nadie” hace nada en concreto, solo que “una” le dijo un día a “otra” que se cambiara de mesa, mientras que “alguien” le tira al suelo su chamarra porque “otro” se lo pidió y todo ante la mirada de Fulana, que no hace nada para detenerlo.
“Nadie” hizo nada realmente dañino, pero Zutana era una niña a la que le gustaba mucho ir al escuela y que tenía muchos amigos y en cuestión de unos días se convirtió en alguien que pasa el tiempo sola y que llora todas las tardes.
Lo peor de todo es que en casa de Fulana se habla una y otra vez de lo que es el bullying, cómo se origina y de lo que debe hacerse para evitar convertirse en un bully.
Lo peor es que “Fulana” no es Fulana: es mi hija mayor.
Cuando le pregunté cómo pudo haber hecho algo así, ella me dijo después de unos segundos de pensarlo: “pasa sin que te des cuenta”.
De acuerdo con la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia de 2014 del INEGI el 32.2% de los niños, niñas y adolescentes mexicanos de entre 12 y 18 años sufren bullying o acoso escolar.
Esto significa que durante ese año un millón 360 mil 533 estudiantes fueron víctimas de este fenómeno perjudicial que afecta su autoestima y rendimiento en la escuela. Fuente: Televisa Newas