Un zapato, unas llaves, la cicatriz de una operación o un tatuaje, hasta el más mínimo detalle hace la diferencia, entre estar a la expectativa marchita de la vida y la certeza de una muerte inevitable.
En Tlahuelilpan, justo en el punto donde pasado viernes estalló una fuga de gasolina, cualquier seña, por mínima que sea, le da una posible cara a los cuerpos carbonizados que yacen en un campo de alfalfa.
Entre los familiares de las víctimas se encuentra Manuel Mora, padre de familia quien está buscando a su hijo de 18 años.
“Mi hijo estaba solo en la casa, un amigo pasó por él y le dijo que había gasolina gratis, ahora no sabemos nada de él”, narra.
El hijo de Manuel no cuenta con dos dedos, esa podría ser la señal para poderlo identificar, de no ser porque algunos restos son prácticamente polvo al tacto.
Hasta ahora, según Marco Antonio García Cornejo, director general de la Policía de Investigación de la Procuraduría estatal, sólo un cuerpo ha sido identificado con certeza, gracias a un tatuaje que era muy claro. Del resto, dice, no se puede confirmar nada.
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