UN RETO AL CONCEPTO MODERNO DE HOMBRE: LAS FUENTES CULTURALES Y ESPIRITUALES DEL PAPA FRANCISCO

UN RETO AL CONCEPTO MODERNO DE HOMBRE  LAS FUENTES CULTURALES Y ESPIRITUALES DEL PAPA FRANCISCO

Elisabeth Hellenbroich, Movimiento de Solidaridad e Iberoamericana (MSIa).

El recientemente libro lanzado Papst Franziskus – Texte die ihnprägten (Papa Francisco -textos que cambiaron su pensamiento), publicado por la editorial alemana Lambert Schneider, ofrece un interesante insight sobre las “ideas” que cambiaron la vida intelectual y emocional del Papa Francisco.

 

El editor y comentarista de la obra, profesor Michael Sievernich, de la Facultad de Teología St Georgen de Frankfurt (Alemania), es uno de los especialistas mejor informados sobre el pensamiento del Pontífice.

 

Como Sievernich escribe en la introducción, el libro nos da un insigth interesante sobre la “biblioteca virtual” que ayudó a definir la biografía de Jorge Mario Bergoglio y está reflejada en su Pontificado, iniciado en marzo de 2013. En los últimos dos años, Sievernic editó para la editorial alemana Herder diversos libros sobre Bergoglio. Entre otras, “Corrupción y Pecado”, “Sobre la autoacusación” y “Educar: exigencia y pasión-Desafíos a los educadores cristianos”.

 

Por tres décadas, Sievernich realizó varios viajes por América Latina como profesor invitado en varias universidades de la región. En el Colegio Máximo de San Miguel, cerca de Buenos Aires, el conoció a Jorge Bergoglio, con quien se rencontró años después, en 1986, en la Facultad de Teología St Georgen de Frankfurt, con la finalidad de debatir un estudio que Bergoglio planeaba hacer del teólogo y filósofo Romano Guardini.

 

El libro echa una mirada sobre un período de muchos siglos y cuenta con una selección de textos escritos por teólogos, místicos y poetas, incluyendo trabajos escritos por teólogos del mundo antiguo, además de trabajos literarios de poetas italianos, franceses, alemanes, ingleses, rusos y argentinos desde el siglo XIX.

 

Al presentar la “biblioteca virtual” del Papa, el editor llama la atención del lector a la pasión del Pontífice por la belleza artística. Como lo relata, Francisco frecuentemente se refiere a la música espiritual y a la ópera -como, por ejemplo, la famosa Misa en do menor de Mozart, La Pasión de San Mateo de Bach, Obertura No. 3 de Beethoven o Parsifal de Wagner. En el universo de la cinematografía, cita el neorrealismo de Federico Fellini (en películas como “La Carretera” y “Roma, Ciudad Abierta”), además de mostrar gran aprecio a la obra del pintor italiano Michlangelo Merisi de Caravaggio, así como al ritmo argentino del tango.

 

EL MÉTODO “IGNATIUS” DE EJERCICIOS ESPIRITUALES

La primera parte del libro está dedicada a textos como los del fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola (1491-1556), incluyendo su documento autobiográfico Viaje de un peregrino, en el cual se narra su jornada espiritual antes de fundar la orden. Hay todavía referencias sobre los “ejercicios espirituales” del Pontífice, incluyendo el importante concepto de discernimiento, que todos los miembros de la orden jesuita practican regularmente, un método de rigurosa autoevaluación y auto-reflexión.

 

El libro hace referencia a una serie de documentos que se debatieron durante las “congregaciones generales jesuítas”, muchas de las cuales contaron con la participación de Bergoglio. La obra incluye documentos del misionero San Francisco Xavier, un cercano amigo de San Ignacio de Loyola, quien fue unos de los primeros misioneros mandados por el Papa a Japón, a principios del siglo XVI.

 

La segunda parte del libro presenta textos teológicos y espirituales contemporáneos, que fueron extraídos de teólogos y místicos como Peter Faber (1506-1546), el monje carmelita Juan de la Cruz (1542-1591) y Santa Teresa de Lisieux (1873-1897). Esta parte del libro nos introduce al pensamiento de dos teólogos católicos contemporáneo, como el cardenal francés Henri de Lubac (1896-1991) que está demasiado orientada rumbo al “mundo mundano”.

 

El capítulo incluye una corta revisión de la obra del teólogo suizo Hans Urs von Balthasar (1904-1984), quien comparó la creación de Dios a una sinfonía polifónica de Mozart, en el sentido de que él veía al mundo unido por la multiplicidad. Otras referencias importantes presentes en esta parte del libro son los teólogos Romano Guardini (1885-1958), Hugo Rahner (1900-1968), así como las ideas del teólogo argentino Lucio Gera, quien por desgracia no es muy conocido en Europa.

 

La tercera parte hace referencia a textos literarios, incluyendo autores italianos (Alessandro Manzoni, 1785-1873), alemanes (Friedrich Hölderlin, 1770-1843) y rusos (Fiodor Dostoievski). Incluye poetas argentinos como Jorge Luis Borges (1899-1881), José Hernández (1834-1886), autor del famoso libro épico argentino Martín Fierro, Leopoldo Marechal (1900-1970) y Horacio Susena, autor del poema El Tren de las once.

 

LA CULTURA DE LOS DÍAS ACTUALES Y LA CRISIS DE LA HUMANIDAD

Una de las grandes influencias sobre el pensamiento del Papa Francisco son las ideas de Romano Guardini, profesor de Teología y Filosofía quien enseñó en instituciones de Berlín, Tübingen y Múnich, habiendo escrito muchos ensayos sobre la filosofía de la religión, arte, cultura y ética. En su libro titulado El fin de los tiempos modernos, Guardini intentó dar a las sociedades de la post-Segunda Guerra Mundial una orientación espiritual que estuviese basada en la visión del mundo cristiano. Destacó la cultura como una de las principales fuentes que contribuirán a resolver la actual crisis de la humanidad.

 

“El hombre tiene el poder sobre la naturaleza, pero no tiene poder sobre el poder”, comentó Guardini. Según él, el hombre es libre y puede usar este poder de la forma que quiera, pero existe siempre el peligro de usar ese poder de forma equivocada, para malos objetivos y de forma destructiva. Lo que falta, según él, es la “formación de carácter”, que debe pavimentar el camino para el uso corriente del poder. “El hombre contemporáneo no está preparado para hacer el uso correcto del poder. No hay buen pensamiento sobre la ética relativa al uso de la fuerza, y tampoco sobre una educación adecuada para la elite y para la sociedad como un todo”, afirma.

 

Otra importante fuente de inspiración del pensamiento de Francisco es Lucio Gera (1924-2012). Como Bergoglio, Gera era descendiente de inmigrantes italianos establecidos en Argentina y creció en los suburbios de Buenos Aires, en Villa Devoto. Estudió Teología, hizo su tesis de doctorado en Bonn y por mucho años fue profesor de Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de Buenos Aires.

 

Según Sievernich, Gera pertenece a la “primera generación de los teólogos de la liberación de América latina”. El representa una corriente específica de la Teología de la Liberación que fue desarrollada en Argentina, y que pone más énfasis en el “análisis cultural” que en el “análisis social” (y en su metodología altamente disputada). Esta corriente actualmente se autodenomina “Teología del Pueblo”, donde el término “pueblo”, según Sievernich, implica una teología de la comprensión del Concilio Vaticano II, que se basó en la idea de una Iglesia como un “pueblo que cree en Dios” (Lumen Gentium, 9-17). Esto incluye la sabiduría y la ética simple del pueblo, que encuentra su expresión cultural en América Latina, en la forma de religiosidad popular. Una célebre reflexión de esta tradición es el épico Martín Fierro.

 

Gera fue formado bajo la influencia del Concilio Vaticano II y varios de los sínodos de los Obispos en Medellín (Colombia, 1968), Puebla (México, 1979), Santo Domingo (República Dominicana, 1992) y Aparecida (Brasil, 2007). Lo que es importante en estos documentos del Sínodo de Obispos de América Latina es el foco en la “opción primaria de los pobres”, y en la “evangelización y promoción humana”. En esos textos que se presentan en el libro, Gera comentó sobre el Sínodo de Obispos en Medellín (Colombia), una reacción al subdesarrollo en América latina, llevando el debate a la urgente necesidad de conectar la Cristiandad y la solidaridad con los pobres.

 

Pero también observó, en tono crítico, que después de Medellín muchos intentaron “disolver la fe, intentando transformarla en un instrumento político e ideológico”, de ahí el intento del Papa Paulo VI de identificar la “evangelización” como una de las tareas más importantes de la Iglesia, con la encíclica Populorum Progressio de 1968. Según Gera, el concepto de Medellín significa que el núcleo de la Cristiandad está enraizado en la noción trinitaria del credo, lo que, por otra parte, debe ser concretizado en la forma de “promoción humana”.

 

Como es observado por Sievernich en la introducción del libro, Francisco debe ser visto en la tradición de una Cristiandad que es cercana a la variante latinoamericana de la “Teología del Pueblo”. Esta religiosidad popular se refleja en los documentos que la Iglesia latinoamericana debatió y aprobó en los Sínodos de los Obispos en Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida. Estos documentos enfatizaron que hay una cercana conexión entre la idea de “evangelización y liberación”. “El papa creció en una gran metrópoli, Buenos Aires (…) Conoce el mundo urbano, así como sus lados sombríos. A partir de su propia experiencia, conoce sobre los problemas sociales en las metrópolis y sus villas miserias (ciudades perdidas o favelas n-ed), pero también está familiarizado con la rica cultura de estos lugares, que engloban desde la ópera y la literatura hasta el tango y al futbol”, escribe Sievernich. Afirma ver la posibilidad de que, bajo el papa actual, la Cristiandad se vuelva más preparada para los nuevos desafíos de la vida urbana, que nos confrontan en los dominios espiritual, social y humano.

 

LA INFLUENCIA DE LA LITERATURA

Francisco, quien ama la lengua alemana, es un admirador del poeta germánico Friedrich Hölderlin (1770-1843), así como de poetas británicos y de Alessandro Manzoni, cuya famosa novela titulada I promessi sposi (“Los Novios, en español) le fue transmitida por su adorada abuela, Rosa Valles. El Pontífice fue muy marcado por la obra del escritor ruso Fiodor Dostoievski, incluyendo los libros Recuerdo de la Casa de los Muertos y Notas del Subterráneo, en las cuales el autor relata las extraordinarias situaciones vividas por él y sus conocidos en los campos de prisioneros en Siberia, en la época de los zares.

 

En efecto, la literatura de Dostoievski presenta lugares donde los seres humanos fueron tratados con la más amplia degradación y humillación. El autor ruso utilizó las novelas como metáfora para mostrar a los seres humanos en situaciones extremas, donde a pesar del sufrimiento físico y espiritual, hay momentos de verdadera humanidad y de compasión. El mensaje de Dostoievski encuentra eco en el Pontificado de Francisco, que enfatiza la necesidad de ayudar a aquellas personas excluidas del derecho a la libertad, de una condición decente, de salud y de educación. Francisco es, por tanto, un defensor de todos los “excluidos” que sufren en las prisiones, en la pobreza, en la inmigración, y recuerda a la comunidad mundial que esta tiene una innegable responsabilidad ante los que sufren.

 

Sievernich dedica atención especial a la influencia de la literatura argentina sobre Franciso, destacando el célebre Martín Fierro de José Hernández. El autor era miembro de los federalistas que luchaban contra las elites urbanas argentinas. El libro tiene dos partes. “El gaucho Martín Fierro” y “El regreso de Martín Fierro”. En el poema épico, el narrador, presentado como un cantor popular, nos relata la vida del gaucho, quien fue hacia el interior y cometió una serie de injusticias contra los indios, incluyendo un asesinato.

 

Al final del poema, vemos al gaucho regresando a su estancia y contando a sus hijos las lecciones que aprendió con sus experiencias y la sabia forma de vivir la vida. El personaje es presentado como un amante de la naturaleza y de la justicia, que lucha por los pobres, un hombre sabio que cree en la fe popular que es transmitida por la cultura de la “lengua gaucha”. El libro comenta que Bergoglio, en su autobiografía Mi Vida, habla de la novela como “un compendio de ética social, donde podemos ver, en los consejos que Martín Fiero da a sus hijos (…)la sabiduría de nuestro pueblo”, una jerarquía de valores, que incluye el “trabajo, el servicio al más débil y la amistad”.

 

De similar importancia para Bergoglio fue el poeta argentino Leopoldo Marechal (1900-1979), y su novela Adán Buenosayres. Este autor también creció en los suburbios pobres de Buenos Aires, en Villa Crespo -lugar donde ambientó su propia novela. Marechal se hizo profesor y participó del movimiento vanguardista “Martinfierrismo” de los años 1920 y, en la citada obra, nos cuenta sobre la vida en una gran ciudad y en Villa Crespo. Al lector se le presenta el protagonista Adán, quien vive en Rua Monte Edmont y que hace viajes de día y de noche.

 

La novela es una metáfora sobre un ser humano que está haciendo una “peregrinación”: esto incluye expediciones con amigos, la asistencia a funerales, la visita a un burdel, debates con conocidos, dentro de otros. Se trata de un “despertar metafísico”: un día, el protagonista es despertado por el tango El Pañuelito Blanco, cantado por una vecina que barre el suelo. La canción despierta temprano a Adán, después de un largo viaje y toma entonces conciencia de la vida vibrante de la gran ciudad, con sus luces y sonidos agresivos. Sievernich comenta que, en un momento dado, Bergoglio tuvo este mismo despertar, cuando tomo conciencia sobre la “cultura y la religiosidad del pueblo” y conoció la “Teología del Pueblo”.

 

“EL TREN DE LA ONCE”

El poema/tango escrito por Horacio Susena, El tren de las Once, tuvo un impacto similar en la formación del pensamiento de Bergoglio. El editor hace referencia a una entrevista dada por el entonces cardenal, en la cual se le preguntó en relación al tango. Entonces, Bergoglio respondió que apreciaba mucho el tango, desde que este estilo musical viene del fondo de su alma. A modo de entender la cultura del tango, el libro destaca que este estilo es una mezcla de música, poesía, canción y baile, que comenzó a desarrollarse en el contexto de la gran ola de inmigración que experimentó Argentina durante las primeras décadas del siglo XIX. Luego, el nuevo ritmo se volvió popular en los suburbios más simples e influenció al Papa por medio de artistas como el violinista y compositor Juan d’Arienzo, el cantor Carlos Gardel y el músico uruguayo Julio Sosa.

 

De hecho, El Tren de las Once, es un poema corto e imponente, una metáfora representada por la figura del protagonista que siente un dolor y malestar profundos, mientras aguarda la llegada del tren de las once horas. En medio de la fuerte lluvia, el hombre espera por un largo tiempo y su esperanza casi se está desvaneciendo cuando oye al tren llegar. El miedo es propagado por las luces rojas del último carro, que son como los ojos rojos llenos de dolor. El protagonista refleja que, hace mucho tiempo, su esperanza se fue y quedó perdido cuando, en medio de la locura de la gran ciudad, perdió a su amor. Pero concluye que, tal vez, un día, un tren pare su viaje y su “amor vuelva”. En la última estrofa, el cantor afirma que finalmente el tren de las once llega y que “es ella quien vino”. Ella pide perdón. Y hay calma en las almas. Surgen nuevas expectativas, dos almas se lanzan y hay una nueva esperanza.

 

Por último, habla de Jorge Luis Borges, autor de una numerosa obra, buena parte de la cual se escribió durante el período en que Bergoglio fue profesor de la Escuela de la Inmaculada Concepción, en Santa Fe. En aquel momento, el futuro Papa intentó promover la producción de poesía y despertar la curiosidad artística entre sus alumnos. En este sentido, invitó a diversos poetas, incluyendo Borges, para hablar sobre sus obras y su proceso de composición.

 

El libro es muy recomendable, pues, además ofrece una rara visión sobre la personalidad cultural y artística del Pontífice, introduce al lector en un nuevo mundo cultural. Lo más fascinante es que transmite la idea de una “Teología del Pueblo” libre y vibrante, que puede encontrar, en el futuro, un campo fértil en los espacios urbanos de América latina y en el resto del mundo.

 

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