La reliquia, que tiene el tamaño de un pulgar, fue presentada ante los fieles en la capilla de Nuestra Señora de Jerusalén para una jornada de celebración y oración.
Medio centenar de feligreses asistieron a una misa especial en la que se expuso la reliquia. El trozo diminuto de madera estaba encerrado en una cruz de plata junto al altar. Después de la misa, los feligreses formaron fila para venerar la reliquia: algunos se arrodillaron y otros besaron la caja de vidrio.
El Vaticano explicó que el papa Francisco devolvió la reliquia al custodio de los lugares religiosos católicos de Tierra Santa como un regalo.
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