El Vaticano y China rubricaron ayer un pacto provisional sobre el nombramiento de obispos, principal motivo de conflicto entre ambas partes, un paso histórico entre dos Estados que no tienen relaciones diplomáticas desde 1951.
Como parte del acuerdo, el papa Francisco se dio a la tarea de reconocer a siete obispos vivos y uno fallecido nombrados por China que hasta ahora no eran admitidos “de forma oficial” por la Santa Sede.
Tanto el Vaticano como China corroboraron este acuerdo, que fue firmado en una reunión en Pekín por el subsecretario de Relaciones de la Santa Sede con los Estados, Antoine Camilleri, y el viceministro de Relaciones Exteriores de la República Popular de China, Wang Chao, como jefes de las delegaciones vaticana y china, respectivamente.
Se trata de un acuerdo muy significativo porque, tal y como destacó el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Greg Burke, “no es el final del proceso”, pero sí “el inicio” de un camino hacia la futura normalización de las delicadas relaciones bilaterales.
Los detalles no fueron comunicados, aunque Burke explicó que los fieles en China podrán “tener obispos que estén en comunión con Roma” y “al mismo tiempo reconocidos por las autoridades chinas”.
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