Lo que el Gobierno de España consideraba una anomalía en la relación bilateral con Cuba, que ningún monarca español hubiese realizado una visita de Estado a dicho país, ha empezado a ser historia este lunes con la llegada a La Habana de Felipe VI junto a la reina Letizia.
El hecho de que se celebrasen este domingo elecciones generales en España no impidió que finalmente se llevase a cabo este viaje, que se enmarca en la conmemoración del 500 aniversario de la fundación de la capital cubana.
En todo ese tiempo ningún rey de España había pisado suelo cubano en un viaje de estas características, aunque el anterior jefe del Estado, Juan Carlos I, sí estuvo en La Habana con motivo de la cumbre iberoamericana de 1999.
CARGADA AGENDA
Tantos años de espera han ayudado a que Felipe VI y doña Letizia vayan a protagonizar una cargada agenda con actos de carácter institucional, económico y cultural.
Los reyes llegaron al aeropuerto José Martí de La Habana, donde, según el protocolo, al ser ya de noche no hubo recibimiento con honores.
Éstos se reservan para la mañana del martes, cuando el presidente de Cuba, Miguel-Díaz Canel, les reciba en la sede del Consejo de Estado.
El primer saludo por parte de las autoridades cubanas fue el protagonizado por su ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, quien les recibió a pie de pista junto a otros cargos de su departamento.
JUEVES, CONCLUYE SU VISTA
Desde el aeropuerto los reyes se trasladaron hasta el hotel de La Habana en el que van alojarse durante su estancia en esta ciudad, que se prolongará hasta el mediodía del jueves para desplazarse después a Santiago de Cuba y cerrar allí su viaje homenajeando a los militares españoles caídos en dos de las batallas contra Estados Unidos que supusieron el fin del imperio colonial de España.
Cuba era también el único país iberoamericano que no había visitado don Felipe ni como rey ni como príncipe de Asturias, con lo que esta circunstancia aporta a este viaje una significación añadida.
La conmemoración del 500 aniversario de la capital cubana se consideró que era el momento propicio para hacer realidad la visita real, aunque esta decisión ha provocado críticas de los partidos de centroderecha.