Al menos 194 mexicanos fueron víctimas de un experimento cerebral para tratar hidrocefalia entre los años 2004 y 2009 que carecía de autorización para emplearse en seres humanos.
Según reporta el rotativo El País, un informe de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico de México dictaminó que el dispositivo se implantó en los pacientes en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) sin haber firmado algún consentimiento.
UNA DÉCADA DE BATALLAS LEGALES
El inventor del aparato Julio Sotelo Morales, quien fuera director del INNN durante el experimento, y según la comisión de arbitraje debió informar plenamente a los pacientes de que se trataba de una investigación.
El diario español detalla que las intervenciones fueron realizadas por residentes sin supervisión y dejó daños irreversibles en las víctimas, que después de una década de batallas legales exigen una indemnización.
También recaba testimonios de pacientes que por diversas razones acudieron a la institución médica y tras presentar síntomas como segregación de líquido cefalorraquídeo por la nariz y dolores agudos de cabeza, advirtieron que algo iba mal en el “tratamiento”.
MATERIAL NO ADECUADO
Algunos relatan cómo les es imposible dormir acostados, pues el aparato, que supuestamente drenaría el exceso de fluido cerebral, no disponía de una válvula para regular la presión y sólo funcionaba cuando estaban de pie.
Médicos del mismo instituto de neurología, así como de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aseguran que el material con el que está fabricado el dispositivo no es adecuado para usarse dentro del organismo y menos de manera permanente.
La Comisión Nacional de Arbitraje Médico concluyó, en un caso específico en 2010, que hubo mala praxis del personal administrativo del INNN al permitir el empleo de un dispositivo en fase de investigación como un recurso de atención médica ordinaria.