En Mineápolis, EU, un empresario caucásico perdió la oficina que alquilaba después de que se viralizara un clip en el que amenazaba a varios hombres de color con llamar a la Policía.
Todos se encontraban en un gimnasio habilitado para los trabajadores de un edificio de oficinas.
En la grabación, el hombre, Tom Austin, pregunta a un grupo de jóvenes afroamericanos si todos de ellos tienen acceso al gym. Afirma que llamará a la Policía, aunque finalmente contacta con la gerente del inmueble.
Los autores de la grabación, que también son empresarios que trabajan en el edificio, le acusaron de racismo.
Tras los hechos, el dueño del edificio, Stuart Ackerberg, director ejecutivo de la compañía Ackerberg Group, decidió rescindir el contrato de arrendamiento que tenía Austin.
NO FUE RACISMO
Tom Austin, entrevistado por la prensa local, reconoció que debería haber resuelto la situación de otra manera. Dijo que sus comentarios no tenían carácter racista y que tan solo defendía las reglas del uso del gimnasio.