No existe una rivalidad congénita entre los perros y los gatos, aseguran veterinarios. De hecho, ambas mascotas pueden ser mejores amigos, siempre y cuando su dueño adopte una adecuado estilo para criarlos.
Ello significa, de entrada, que se deben respetar las diferencias en su naturaleza. Esto es simple: Mientras a los gatos no les gusta cuando alguien viola su espacio; los canes ven a todos como miembros de su manada y les gusta comunicarse con ellos.
Desde olfateando, levantando su cola hasta con ladridos o restregar su cuerpo con los demás, comenta el veterinario de la UNAM, Pedro Salvatierra.
A decir del experto, si alguien quiere tener un perro y un gato en su casa, es mejor que los junte siendo ambos cachorros. Entonces, ninguno verá al otro como un enemigo que invadió su territorio.