Ivette Sosa
Hoy comentamos un hecho curioso que tiene dos ángulos: el bueno y el malo.
Bueno, porque el Jefe de la Policía capitalina, Hiram Almeida Estrada fue captado por esta reportera supervisando, de manera personal y muy puntual, la seguridad en el concierto de Timbiriche de este lunes 20 de Noviembre.
La mala, es que iba escoltado como por 20 policías, seguramente eran parte de sus jefes de estructura, quienes lo custodiaban de manera férrea. Por eso les sorprendió que esta reportera hubiera roto su blindaje y me acercara a menos de medio metro de su Jefe.
De reojo, Almeida se dio cuenta de la acreditación de Prensa que colgaba de mi cuello y luego volteó, miró a la cámara y esbozó una sonrisa forzada.
Mi cuestionamiento sigue siendo, ¿por qué los servidores públicos de nuestra CDMX y país siguen creyendo que pertenecen a una casta especial? Y en vez de acercarse a escuchar a la ciudadanía, de saludarla, de mirarla y, no sólo de verla, les gusta hacer alharaca de sus cargos. ¿Acaso los baños de pueblo sólo se dan en tiempos electorales?.
La prensa internacional ha testimoniado casos de funcionarios de altísimo nivel en Europa que viajan en Metro, que no se manejan con guaruras ni gustan de trasladarse a sus trabajos en autos lujosos ni blindados y, en el colmo, mandar a bloquear calles, para que “su majestad” pase.
En América Latina ha habido presidente sencillos, donde no requieren tener Casas Blancas para vivir bien, felices, pero sobre todo, respetados por l@s ciudadan@s. Tal parece que ello se suele olvidar en México.
Regresando al licenciado Almeida, no estoy cuestionando la alta incidencia delictiva que los ciudadanos de a pie percibimos y que los datos duros arrojan, donde delitos de alto impacto siguen al alza en nuestra gran Ciudad de México. Eso será tema en otra entrega.