Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro es un acuario que nació un 5 de febrero de 1985 en Funchal, Madeira. Una pintoresca región portuguesa rodeada de colinas; conocida mundialmente por su puerto, sus jardines, sus bodegas de vino y por CR7, como se conoce al célebre, arrogante y talentoso luso.
“Dios me dio el don de jugar al futbol, y el resto lo conseguí porque me cuidaba y me preparaba”, dijo Pelé. Esta frase también es aplicable a Cristiano, pues desde muy pequeño destacó entre sus compañeros del club de futbol Andorinha.
Cuando apenas cumplió diez años, los clubes más importantes de Madeira se fijaron en él. Empero, el luso se decidió por el Clube Desportivo Nacional, conocido como Nacional de Madeira; y en tan solo cuatro años se convirtió en la mayor promesa de Portugal.
La gran oportunidad llegaría en 2001, cuando el Sporting de Lisboa lo fichó, y Cristiano tuvo que mudarse solo a Lisboa, la capital de su país. Por cierto, su padre José Dinis Aveiro le puso Ronaldo en homenaje al expresidente norteamericano Ronald Reagan, quien unos meses antes de que naciera CR7, ganó sus segundas elecciones presidenciales en Estados Unidos por una aplastante victoria frente al Demócrata, Walter Mondale.
“VUESTRO ODIO ME HACE IMPARABLE”
“Vuestro amor me hace fuerte, vuestro odio me hace imparable”, ha dicho Cristiano Ronaldo. Si bien sus palabras suenan petulantes, nadie pone en duda la determinación que el luso ha tenido a lo largo de su exitosa y multimillonaria trayectoria futbolística.
Miguel Paixao, uno de sus mejores amigos, refiere una anécdota de aquellos días de ilusiones y de sueños, como juvenil en el Club lisboeta, que reflejaba, ya, la determinación de acero del astro.
“Estábamos viendo un partido del conjunto blanco y Cristiano Ronaldo dijo que un día jugaría en el Real Madrid. Los demás compañeros y yo nos reímos de él”. CR7 no se inmutó ante las burlas, y replicó: “Estoy hablando en serio, un día voy a vestir esa camiseta”.
Años después, en julio de 2009, tras una larga espera de negociaciones de tres años, unos 80 mil aficionados del Real Madrid le dieron a Cristiano Ronaldo una gran bienvenida al mítico club español, al cual llegó con la etiqueta de astro, de campeón, como el futbolista mejor pagado del planeta.
Procedente del Manchester United, el astro luso se presentó en el estadio Santiago Bernabéu , con el número 9, el mismo número que lució el icónico argentino Alfredo di Stéfano. “Para mí, ser el mejor significa probarlo en diferentes países y campeonatos”, ha declarado el luso.
DE “ABEJITA” A ASTRO MUNDIAL
Desde pequeño, CR7 mostró ser un jugador rápido, sagaz y muy trabajador dentro y fuera de las canchas, de ahí su apodo de “abejita”.
Dolores Aveiro, su madre, ha comentado que también, desde niño, Cristiano ha tenido férreo carácter y ha sido muy competitivo, por lo que nunca le gustó perder y cuando ello sucedía, “él se enfadaba fácilmente y lloraba”.
El término metrosexual es el que mejor describe a este fichaje estrella de la Juventus, quien revolucionó a los trabajadores del FIAT: un hombre que se caracteriza por un esmerado interés por el cuidado personal, la apariencia y el estilo de vida sofisticado.
No obstante, CR7 se distingue de una gran parte de los futbolistas del planeta porque no tiene tatuajes. El luso nunca ha querido pintarse la piel, ello para poder donar su sangre a personas que la puedan necesitar, asegura.
Cristiano Ronaldo no es un hombre banal, es donante activo de médula y de sangre, y cada vez que puede, por las redes sociales anima a sus fans y seguidores a que hagan lo mismo. Sin duda, una gran labor social que se le aplaude más allá de las canchas. Más allá de frases arrogantes, como “Algunos fans me abuchean y silban porque soy guapo, rico y buen jugador. ¡Me envidian!”.