Brasil: Preparando el “day after”

 

Maynard Marques de Santa Rosa*

El efecto devastador de la paralización de la economía por la pandemia del Covid 19 tendrá consecuencias catastróficas inevitables.

El componente social será más agudo, representado por la masa de millones de trabajadores desempleados, muchos hambrientos y todos insatisfechos. Es la hora de despertar a esta realidad a los planificadores públicos de todos los órdenes para que tomen medidas tendientes a atenuar la crisis.

En un escenario angosto, impuesto por las necesidades esenciales de supervivencia, no hay lugar para divagaciones académicas, ni para la aplicación de ideologías económicas. Para que haya más probabilidades de triunfo será menester construir una estrategia adecuada para hacer frente a la dificultad, inspirada en experiencias exitosas del pasado.

Aunque el liberalismo se presente como la mejor trayectoria para la prosperidad de las economías modernas, le cabe al Estado, en esta coyuntura de excepción, asumir la guía de los esfuerzos de recuperación de la vitalidad económica. En otras palabras, la necesidad de ahora demanda que el pensamiento de John Maynard Keynes prevalezca sobre la doctrina de Friedrich von Hayek.

La política del New Deal, adoptada decididamente por el presidente Franklin D. Roosevelt, luego de la recesión de 1929, trajo innovaciones trascendentes para la matriz del capitalismo internacional que merecen considerarse fuente de inspiración.

Es preciso, por lo tanto, que el Poder Ejecutivo recupere sus legítimas atribuciones, usurpadas por las corporaciones después de 1988, y pase a administrar el país de forma eficaz.

El Centro de Gobierno, probado por los países más desarrollados y propuesto por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), tiene que implantarse incluso antes de que se apruebe la propuesta de adhesión hecha por Brasil.

La Casa Civil de la Presidencia de la República asume en ese modelo la gestión estratégica de los planes del gobierno convirtiéndose en el núcleo de coordinación e integración de los ministerios. La autoridad suprema del Presidente de la República queda reservada como la última palabra de las decisiones gubernamentales, libre de las querellas administrativas, con lo que gana más espacio para la dialéctica política.

La tarea fundamental de los planes políticos de esta coyuntura es la recuperación económica, pero su aplicación trasciende de las atribuciones del Ministerio de Economía, por sus consecuencias sociales y de seguridad.

Se precisa planear un trabajo nacional enorme para el “day after”, con un programa de grandes obras de infraestructura capaces de absorber el máximo de mano de obra. El país necesita, a la par, realizar una gran obra legislativa para recuperar el principio de Independencia de los tres poderes, la armonía social y la seguridad.

La crisis, que no provocamos, pero que no podemos evitar y que dispersa las energías de la nación, puede catalizar un beneficio, si despierta una aspiración esencial. La unión de todos los brasileños en favor del país, en este momento, es nuestro ideal y el bien más importante.

*General del Ejército brasileño (en retiro) y ex ministro de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República.

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