Dragon Quest constituye una de las franquicias más conocidas y queridas del mundo de los videojuegos, especialmente entre los amantes de los RPG de estilo japonés. Desde que empezó en 1986, ha acumulado más de diez entregas en su serie principal, a las cuales se suman diversos spin-offs. Precisamente, uno de los spin-offs más peculiares –por no decir extraño– es Dragon Quest Builders, que usa el mundo de esta serie para hacer un juego de construcción estilo sandbox.
Fue lanzada a nivel mundial la segunda entrega de esta serie, que lleva el nombre Dragon Quest Builders 2 y fue desarrollada por Square Enix y el estudio japonés Omega Force, perteneciente a Koei Tecmo. Dragon Quest Builders 2 fue lanzado para PlayStation 4 y Nintendo Switch, y aunque sólo he estado jugando la segunda, me parece que por mucho es la mejor opción, sobre todo considerando la naturaleza del juego.
Dragon Quest Builders 2 se conecta con los eventos de Dragon Quest II (1987), pero eso es irrelevante pare el juego, y no es necesario conocer o haber jugado previamente la serie. Comenzamos nuestra aventura como un joven constructor, en un mundo fantástico en medio de un conflicto entre un culto llamado Children of Hargon y la clase de los constructores, a quienes desean erradicar. Al principio del juego creamos a nuestro personaje, eligiendo el género, la apariencia y el nombre. Luego de aprender los principios básicos del juego, llegamos a un archipiélago donde realmente comienza la aventura.
La finalidad básica es avanzar en la historia mediante la construcción y creación. En el archipiélago nos encontraremos con una comunidad en ruinas, a la cual podemos ayudar a crecer y defender mediante nuestras habilidades. Para poder construir necesitamos conseguir recursos y adquirir habilidades. Esto forma las mecánicas básicas Dragon Quest Builders 2, ya que conforme avanza el juego podremos acceder a construcciones más sofisticadas; eventualmente iremos descubriendo recetas y planos antiguos, que nos permitirán forjar objetos y levantar estructuras que no estaban disponibles.
Además de ser un juego construcción, Dragon Quest Builders 2 es un RPG, donde juntamos un bando de personajes que nos acompañan en la aventura y que nos ayudarán en la defensa de la comunidad, ya que es necesario enfrentar a nuestros enemigos con regularidad. Aunque el fuerte del juego definitivamente no es la batalla, y al principio se siente algo forzado, la decisión de que el combate sea dinámico y con la libertad de moverse es bastante atinada, ya que el ritmo típico de la batalla por turnos de un RPG no habría funcionado.
Definitivamente, la mejor parte de Dragon Quest Builders 2 es el gran número de posibilidades de construcción, que como en un buen sandbox, son prácticamente infinitas. Podemos hacer estructuras, edificios, y armas, así como una multitud de objetos que se interconectan con sistemas que vamos descubriendo con la experiencia. Aunque existe una historia en el juego, la mayor parte del tiempo lo pasamos diseñando y probando nuestras propias estructuras. Es por esta razón, que el jugar con un control es mucho menos eficiente que usar el modo portátil del Switch, ya que le mantener la consola en las manos es mucho más preciso y rápido.
La cantidad de posibilidades pueden fácilmente eclipsar la historia del juego, ya que hay momentos en los que el dejar volar la imaginación es mucho más interesante que progresar, lo cual hace a Dragon Quest Builders 2 una opción viable no sólo para los amantes de la serie, sino para niños. Otro punto por considerar es lo demandante que puede ser el juego, ya que ofrece una gran cantidad de horas, que fácilmente pueden mantener a un usuario entretenido durante meses; es por esta razón que no tiene sentido jugarlo de forma tradicional frente a una televisión, y que la versión de Nintendo Switch es la que más tiene sentido, además de que existe la posibilidad exclusiva de jugar en modo cooperativo local entre dos o más jugadores por vía inalámbrica.
En general, Dragon Quest Builders 2 es un juego bastante complejo y profundo, pero también accesible y entretenido. Aunque es fácil de entender y seguir, el nivel de atención que demanda quizá no es para todos, ya que siempre hay mucho que hacer y construir.
Fuente: Forbes