Los cancilleres de México han nadado de muertito ante la xenofobia de EU

 

Mouris Salloum George*

No obstante que las corrientes migratorias de México hacia los Estados Unidos -siempre generadas por la necesidad económica- datan del sigo XIX, al concluirse en 1993  las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), el gobierno mexicano dejó de lado los Derechos Humanos de nuestros transterrados.

 

En ese proceso, cuya vigencia se implantó a partir del 1 de enero de 1994, México se sometió a las prioridades impuestas por los Estados Unidos de Canadá en materia de inversión, comercio e intercambio de bienes de producción.

 

La libre circulación de mano de obra no fue considerada ni como una posibilidad por México. De ello derivó que,en cada crisis económica en el vecino país, o las invocaciones a la Seguridad Nacional, la hebra siempre se ha roto por lo más delgado: Los inmigrantes hispanos, mayoritariamente los mexicanos.

 

En sólo una década: Diez millones de mexicanos deportados

A pesar de reconocerse el aporte de la fuerza laboral mexicana a la economía de los Estados Unidos, sólo en la primera década del siglo que corre las deportaciones de compatriotas sumaron más de diez millones de personas.

 

El fenómeno de las expulsiones ha venido variando en dos vertientes: 1) Pasó de gente indocumentada o “ilegal”, a personas con algún periodo de residencia toleradaen la Unión Americana, y 2) En el periodo analizado, apareció el fenómeno de los niños acompañantes, en cuyo caso muchos de ellos fueron abandonados en la franja fronteriza del lado mexicano.

 

Aunque tenemos el dato de 2000, en que las deportaciones alcanzaron el millón 676 mil mexicanos, en los dos periodos presidenciales del demócrata Barack Obama, si bien la cifra fue fluctuante, la política restrictiva o represiva no varió en su sentido sustancial.

 

Los cancilleres han nadado de muertito

Colocamos la recapitulación hasta los años 2010-2011, porque con el cambio en la Presidencia de México, el régimen estadunidense no concretó la reforma migratoria.

 

José Antonio Meade, Claudia Ruiz Massieu y Luis Videgaray, en lo que va del sexenio, han nadado de muertito frente a aquella acuciante y perversa realidad, exacerbada por el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca: Desde su campaña anunció la amenaza y en el ejercicio de su mandado la ha cumplido con creces.

 

La semana pasada visitó México una delegación encabezada por el jefe del Departamento de Estado, Mike Pompeo.

 

Después de la estancia de esa delegación en Los Pinos, la Presidencia emitió un boletín conteniendo cinco párrafos. Dice el escueto texto que Enrique Peña Nieto expuso su preocupación por la política de separación de familias migrantes y demandó que se dé prioridad al bienestar y los derechos de los menores.

 

Francamente, el boletín no merece mayor comentario. Así termina el sexenio, a cuyo final sólo ocupa al gabinete presidencial recuperar lo recuperable en la aciaga revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLACAN). Lo mismo que en 1993: Capitales y comercio.

*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

 

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