Estados Unidos constituye la única nación desarrollada donde los tiroteos en centros escolares se repiten implacablemente: con el último, sucedido el miércoles en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas High School, en la ciudad de Parkland, en el estado de Florida, ya son 18 en en lo que va del año, y apenas es 14 de febrero.
“Este es el tiroteo número 291 de una escuela desde el comienzo del 2013”, indicó Shannon Watts, fundadora de Moms Demand Action, una organización que pelea contra la proliferación de armas de fuego.
Las escuelas en Estados Unidos se encuentran convirtiendo cada vez menos en sitios seguros, y cada vez en lugares de violencia armada. Y los estadounidenses parecen resignados.
La mayoría de estos casos ni siquiera se dan a la tarea de aparecer en los titulares de la prensa nacional, al ser hechos usuales.
Hay aproximadamente una balacera escolar por semana, según Everytown for Gun Safety, otra organización de control de armas, que aboga por endurecer la ley sobre este tema.
Una balacera el miércoles en una escuela secundaria de Parkland, en el sureste de Florida, dejó al menos 16 fallecidos, según reportes locales. El atacante fue arrestado.
El 23 de enero, un estudiante disparó en su escuela en Kentucky, al comienzo de la jornada. Mató a un chico y una chica, los dos de 15 años como él; 14 más resultaron heridos.
El día anterior, a un adolescente le abrieron fuego en la cafetería de su escuela en Texas. Ese mismo lunes, un muchacho de 14 años recibió un tiro en el estacionamiento de una universidad en Nueva Orleans.
Este enero también le dispararon a un autobús escolar en Iowa, hubo un tiroteo en una escuela secundaria en Seattle, en un campus en California.
Estas tragedias reviven un debate que parece no tener fin.
¿Se debería equipar a todas las escuelas con puertas de seguridad? ¿Es necesario armar a los maestros? En el fondo, muchos sienten que otra vez habrá reacciones de indignación tras la inacción de un Congreso controlado por los republicanos, firmemente opuestos a limitar el porte de armas.
Con o sin legislación, la tendencia es preocupante.
Una investigación del Buró Federal de Investigaciones (FBI) notó una “frecuencia creciente” de los tiroteos entre el 2000 y el 2013.
En el 70% de los casos, lo irreparable sucede en cinco minutos o menos, lo que relativiza la reacción que pueda tener la policía. El 24,4% de los tiroteos ocurre en ámbitos educativos.
En la mayoría de los casos reseñados, los tiradores que abren fuego dentro de una escuela secundaria o universidad son estudiantes del propio establecimiento. Y, según el FBI, los tiroteos en las escuelas son a menudo los más letales.
Estados Unidos quedó traumatizado luego de algunas de estas tragedias, en particular después de la de Columbine en 1999, la de Virginia Tech en el 2007 y la masacre de Sandy Hook, una escuela primaria de Connecticut, donde murieron 20 niños de seis y siete años en el 2012.
Desde entonces, los colegios han multiplicado los procedimientos de alerta y los ejercicios de entrenamiento.
El fin es enseñar a los escolares cómo reaccionar ante un individuo que dispara a ciegas para alcanzar un máximo de víctimas.