Comunicaron las autoridades que por lo menos 20 personas murieron y 81 más resultaron lesionadas tras el estallido de dos bombas, con apenas minutos de diferencia, en una catedral católica durante una misa, en una isla del sur de Filipinas con una presencia activa de insurgentes musulmanes.
Según los testigos, la primera bomba explotó en el interior del templo de Jolo, la capital de la provincia de Sulu, e hizo que los fieles, algunos de ellos heridos, salieran en estampida por la puerta principal. Militares y agentes de policía apostados en el exterior corrieron hacia el lugar cuando explotó el segundo artefacto, alrededor de un minuto más tarde, en la entrada principal, provocando más muertos y heridos.
La señal de telefonía móvil se cortó en las primeras horas posteriores al ataque.
Militares a bordo de vehículos blindados tuvieron que cerrar la vialidad en la calle principal que va a la iglesia mientras los muertos y heridos eran trasladados al hospital de la ciudad. Ciertas víctimas fueron llevadas por aire a la ciudad de Zamboanga.
Enfatizó la oficina del presidente del país, Rodrigo Duterte, en Manila en un comunicado: “Perseguiremos hasta los confines de la tierra a los despiadados agresores detrás de este cobarde delito hasta que cada asesino sea llevado ante la justicia y encarcelado. La ley no tendrá compasión con ellos”.
Apuntó el comunicado presidencial que “los enemigos del estado desafiaron de forma audaz la capacidad del gobierno para garantizar la seguridad de los ciudadanos en esa región. (Las Fuerzas Armadas filipinas) aceptarán el reto y aplastarán a esos delincuentes impíos”.
El atentado se dio casi una semana después de que la minoría musulmana del país, de mayoría católica, apoyó la creación de una nueva región autónoma en el sur con la expectativa de poner fin a casi cinco décadas de rebelión separatista que causó 150 mil muertes.
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Foto: AP
