Mouris Salloum George*
El Destino manifiesto gringo es expansivo, pero circular: Siempre vuelve al punto de partida. Desde 1836-1847, cruzando por 1914, los Tratados de Bucareli y el Tratado de Libre Comercio de 1994 hasta el T-MEC 2019, no se nos aflojan las cadenas. Se le agrega un nuevo eslabón y candados asfixiantes. A algunos les gusta lamer la coyunda. Esto es masoquismo a costa de terceros.
La diplomacia de las cañoneras, la diplomacia del dólar o la antidiplomacia del orate del Potomac, el resultado es el mismo: Otra vuelta a la tuerca y a ver quién habla de soberanía nacional.
En el recorrido histórico tenemos dos mojoneras: El santannismo (Antonio López de Santa Anna) y la versión doméstica de los Polkos. Hasta nuestros días, no nos han dado tregua. (Perdón por la corrección al programa de “corrección” automático. Escribimos “santannismo”, no satanismo, aunque casi es lo mismo.)
Dos de las fechas históricas citadas en el primer párrafo, son estigmas de ataques militares directos de los Estados Unidos. Para la década final del siglo XX ya se acuñó el código: Invasión silenciosa. Las botas y las bayonetas fueron sustituidas por la elegancia y la malicia de los yuppies.
El sospechosismo empieza a cuestionar la migración
¿Otras formas de desestabilizar al gobierno mexicano? Hoy por la mañana escuchamos en un medio de Estado un análisis sobre la nueva caravana de migrantes centroamericanos: Ya suman ocho en un corto periodo, a pesar de que los agresivos ambulantes saben que no podrán ingresar a los Estados Unidos.
Cuestionó el entrevistado: Con independencia de las causas políticas y socioeconómicas reales, ¿son espontáneas esas movilizaciones?
No es un “caso para La Araña”. Ni siquiera se requiere de los servicios de Inteligencia del Estado mexicano para desentrañar tan público “misterio”. El asunto no es de conocimiento, sino de impotencia. Aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Delicada cuestión.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.