La canciller alemana, Angela Merkel, llegó este viernes al antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz, en su primera visita a este símbolo del Holocausto en los 14 años que lleva al frente del Gobierno.
La memoria de los crímenes nazis es «inseparable» de la identidad alemana, insistió la dirigente, en un momento en el que la extrema derecha cuestiona esta cultura del arrepentimiento.
“Recordar los crímenes, nombrar a sus autores y rendir un homenaje digno a las víctimas es una responsabilidad que no acaba nunca.
“No es negociable. Y es inseparable de nuestro país. Ser consciente de esta responsabilidad es una parte de nuestra identidad nacional», aseveró la canciller.
SINIESTRA CONSIGNA NAZI
A primera hora de la mañana, Merkel atravesó el portón del antiguo campo, en el que se lee aún la siniestra consigna nazi: Arbeit macht frei (El trabajo nos hace libres).
La canciller estaba acompañada por el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, por un superviviente de Auschwitz, Stanislaw Bartnikowski, de 87 años, y por representantes de la comunidad judía.
El jueves, Merkel anunció la concesión de 60 millones de euros a la Fundación Auschwitz-Birkenau para el mantenimiento del sitio donde fueron asesinados más de 1,1 millones de personas entre 1940 y 1945.
La mayoría murieron al poco de llegar al campo de concentración y exterminio nazi, situado en la actual Polonia.
EN EL CENTRO DE LA RECONSTRUCCIÓN
La visita de la canciller, que nació nueve años después de la Segunda Guerra Mundial, se produce poco antes de la conmemoración del 75º aniversario de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo ruso, el 27 de enero de 1945.
En Alemania, el recuerdo del Holocausto está en el centro de la reconstrucción de su identidad de posguerra pero las autoridades están preocupadas por el aumento de actos antisemitas.