El Atlético de Madrid agrandó su historia en la Champions League con un ejercicio efectivo primero, y sufrimiento después, contra el Barcelona, al que eliminó en los cuartos de final en el Vicente Calderón con dos goles de Antoine Griezmann entre el éxtasis de la afición.
El Barcelona no estará en las semifinales porque en su camino se cruzó de nuevo con el Atlético a dos partidos de la final de la máxima competencia europea por segunda vez en los últimos tres torneos.
EL INICIO DEL ATLÉTICO NO FUE DE ALTO VOLTAJE, MUY MEDIDO DESDE LA TÁCTICA Y EL ORDEN
Necesitaba un gol, pero también en su cabeza estaba la inquietud de que un tanto del Barça era clave. Siempre tuvo la intención de atrapar a los culés, sin importar que eso lo obligara a renunciar al ataque. Por eso la gris noche de Neymar, Suárez y Messi, y lo magro del espectáculo.
Entre la prioridad táctica se consumió el partido. Todo calculado en cada milímetro desde una tensa calma, desde tanta preocupación por cualquier concesión al contrario. Medido el Atlético y conformista el Barcelona corrió el encuentro hasta que Diego Simeone encontró el tesoro que buscaba.
Desde la paciencia y su fría gestión emocional, el Atlético aprovechó su momento, en el minuto 35, en un mal despeje, al centro, de Jordi Alba. Lo recogió Gabi. Después, un envío estupendo de Saúl Ñíguez y un cabezazo impecable de Antoine Griezmann para el 1-0.
AMBIENTAZO EN EL CALDERÓN
Primer objetivo cumplido para el Atlético, estallido del Calderón en un ambientazo tremendo y dudas en el Barcelona, que mostró una versión minimizada, lenta y extrañamente carente de ambición.
Con la necesidad de un gol, con todo lo que eso conlleva, el Barcelona arrinconó a su rival, aunque no encontró lucidez en la última zona.
En cambio, el Atlético se mostró enorme, como la jugada de Filipe Luís en el minuto 87 hasta el área contraria, el penal por una mano de Iniesta, el 2-0 de Griezmann y la clasificación para las semifinales del equipo rojiblanco.
Dos jugadas surgidas de la nada, como le gustan al club colchonero, para derribar al hasta ahora rey de Europa.
