Derrotar al enemigo sin luchar, el supremo arte de la guerra

 

-El supremo arte de la guerra es derrotar al enemigo sin luchar.

-Un general no debe emprender una guerra en un ataque de ira, ni debe enviar sus tropas en un momento de indignación. Entienda que un hombre enfurecido volverá a ser feliz, y aquel que está indignado volverá a ser honrado; pero un Estado que pereció nunca podrá ser reanimado, ni un hombre que murió podrá ser resucitado.

(Sun Tzu, El arte de la guerra, siglo VI A.C.)

 

Si Sun Tzu pudiese evaluar la estrategia de Siria y de sus aliados luego de la intervención militar rusa de septiembre de 2015, crucial para resolver lo que parecía la inminente caída del gobierno de Damasco, seguramente vería una perfecta aplicación de las enseñanzas de su Clásico Arte de la Guerra, escrito hace más de veinticinco siglos.

El objetivo final, para ellos, es la liberación total del territorio sirio de mercenarios yihadistas que lo infestan desde 2011, además de una posible conciliación con las milicias curdas que ocupan el territorio al Este del río Éufrates, todos respaldados por fuerzas militares, mercenarios y servicios de espionaje de países que representan la más poderosa coalición militar de la Historia. No obstante, han tolerado toda suerte de provocaciones destinadas a incitarlos a una reacción militar que, a su vez, justificaría a los ojos del mundo una intervención bélica aún mayor de parte de la coalición, con Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Israel al frente.

Eso ocurrió, por ejemplo, en los numerosos ataques “accidentales” de la aviación de la coalición a las fuerzas sirias, en los ataques de misiles en represalia por los ataques químicos maquinados por los yihadistas, con el avión ruso derribado por Turquía y con los incontables ataques aéreos israelíes contra blancos de Siria, como el que terminó con el derribamiento accidental de un avión ruso por la defensa antiaérea siria, durante el enésimo ataque israelí, el 17 de septiembre, a Latakia.

El incidente fue una muestra clásica de la perfidia israelí. El avión, un cuatrimotor de guerra electrónica Il-20, se preparaba para aterrizar en la base aérea de Jameimin, cerca de Latakia, cuando cuatro cazas F-16 israelíes provenientes del Mediterráneo se aproximaron para disparar proyectiles contra blancos terrestres de Latakia, y se colocaron deliberadamente entre el avión y las defensas antiaéreas sirias. Como resultado, un proyectil sirio alcanzó al avión ruso, que representaba para su radar de orientación un blanco mucho mayor que el de los cazas israelíes, lo cual provocó su caída y la muerte de sus 14 tripulantes.

El sistema de vigilancia ruso detecto el lanzamiento, simultaneo a la maniobra de los cazas israelíes, de misiles por parte de la fragata francesa Auvergne, que se encontraba también en las proximidades.

 

Rusia responde

La respuesta rusa fue inmediata. En una dura llamada por teléfono a su contraparte israelí, Avigdor Lieberman, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, responsabilizó a Israel por el ataque. En el informe a los periodistas, el portavoz del ministerio, general Igor Konashenkov, fue tajante: “Consideramos hostiles estos actos provocadores de Israel. Quince militares rusos murieron a causa de los actos faltos de sentido de la responsabilidad de los militares israelíes. Esto es absolutamente contrario al espíritu de la sociedad ruso-israelí.  Nos reservamos el derecho a dar una respuesta adecuada (Tass, 18/09/2018).

Se refirió de forma paralela al canal de comunicación establecido entre los respectivos comandos militares, por el cual Israel comunicó la realización del ataque menos de un minuto antes de que ocurriera, lo que no permitió la evasión de la aeronave rusa de la zona.

El presidente Putin optó, evidentemente, por enfriar el episodio, al manifestarse luego de su reunión con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán. “Cuando las personas mueren –en especial, en tales circunstancias-, es siempre una tragedia,” dijo, para rechazar ahí mismo la comparación con el ataque a un avión ruso por un caza turco en 2015. Según él, las dos situaciones son diferentes, pues Ankara “derribó deliberadamente” al avión ruso, mientras que el derribo del Il-20 “parece una cadena de circunstancias trágicas, porque el avión israelí no derribó al nuestro” (RT, 18/09/2018).

No obstante, sin entrar en detalles, Putin afirmó que la respuesta rusa vendrá con “medidas que todos notarán.”

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, mantuvo, posteriormente, la conducta sobria de su jefe, al afirmar que “no hay necesidad de agregar nada a la clara declaración hecha por nuestro ministro de Defensa” (Tass, 18/09/2108).

La segunda secretaria de la embajada israelí en Moscú, Keren Cohen-Gat, que en ese momento respondía por su delegación, fue convocada al Ministerio de Relaciones Exteriores, en el lenguaje diplomático indica un serio desentendimiento con el país anfitrión.

 

Preservar los objetivos de largo plazo

La respuesta fría del Kremlin a la evidente provocación israelí –para la cual la probable contribución francesa todavía está por aclararse- muestra que Putin y compañía evitan sacrificar los objetivos estratégicos de alcance mayor, no dejándose atrapar por una represalia inmediata, que podría provocar una conflagración abierta con las potencias de la coalición.

El acto israelí fue una respuesta al acuerdo de Putin y el Presidente turco, Recep Erdogan, el mismo lunes 17, por el cual, el ataque de las fuerzas sirias y aliadas contra Idlib se suspendió por lo menos por un mes, plazo en el cual los yijadistas que dominan la provincia tendrán la oportunidad de salir pacíficamente, dejando atrás sus armas pesadas, como ya fue hecho en otras provincias del sur del país.

Durante ese periodo habrá una zona desmilitarizada que será patrullada conjuntamente por fuerzas rusas y turcas. La medida, respaldada por el gobierno sirio, tiene el mérito de evitar una crisis humanitaria entre los civiles de la región y, en especial, desarmó la pantomima preparada para un ataque químico forjado por los mismos yijadistas, tendiente ar un nuevo ataque de la coalición encabezada por el “Nuevo eje” (Estados Unidos, Reino Unido-Francia).

En el Kremlin, el portavoz Peskov manifestó que el derribo del Il-20 “no afectará de ningún modo” el acuerdo, que, según él, tendrá gran trascendencia para la solución diplomática del conflicto (Al-Masdar Newa, 18/09/2018).

Sin embargo, el ministro de Defensa fue tajante en cuanto al plazo para la salida de los yihadistas. “Todos los grupos radicales tienen como plazo para dejar la zona el 15 de octubre. Esto incluye al Estado islámico, a Yabjat al-Nusra (el actual Jayat Tajir al-Sham, ex al-Qaeda –n.e.) y a los que se encuentran en la lista de organismos terroristas de Naciones Unidas”, dijo Shoigu (Al-Masdar News, 18/09/2018).

Así, la bola pasa al campo turco, que fue fiador de la postergación del ataque a Idlib. Dado que la provincia es prácticamente el último reducto importante de yijadistas en Siria, su limpieza significará un paso fundamental para el fin del conflicto, lo que abrirá el camino para un acuerdo con los curdos que ocupan el noroeste del país. Estos, a su vez, saben que las tropas extranjeras no podrán permanecer permanentemente en Siria y, de hecho, algunos grupos ya entablaron conversaciones con Damasco, en vista de un entendimiento que les dará cierta autonomía dentro del Estado, en una Siria pacificada.

Ante tales perspectivas, Rusia y sus aliados muestran la superioridad de una estrategia de la que Sun Tzu se enorgullecería, ante la estulticia de los dizque estrategas de la coalición encabezada por el “Nuevo eje” e Israel, cuyas provocaciones en serie muestran tan sólo visión corta, desesperación y rabia.

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