En las redes sociales ha circulado un impactante video que nos muestra la cruda realidad que se vive en el estado de Morelos, gobernado por Cuauhtémoc Blanco. En dicho video, una valiente niña de tan solo 12 años clama desesperadamente por ayuda después de sufrir un ataque armado que cobró la vida de tres adultos.
La pequeña, con una herida de bala en la pierna, se encuentra en la carretera Cuautla-Cuernavaca, en el área conocida como Villas del Paraíso, ubicada en el municipio de Yautepec. Mientras agita sus brazos y salta en un solo pie, intentando captar la atención de un motociclista que pasa por allí, no podemos evitar sentir empatía hacia esta indefensa víctima de la violencia que azota a nuestro país.
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Junto a la niña se encuentra estacionada una camioneta Kia de color azul, con placas de Morelos, donde yacen los cuerpos sin vida de un hombre y dos mujeres, además de otro menor también herido por los disparos. Estos adultos, según los informes locales, serían los padres de los sobrevivientes, mientras que la otra mujer sería la tía de los niños.
Se sospecha que el móvil de este terrible incidente sería un intento de asalto por parte de individuos desalmados. ¿Hasta cuándo permitiremos que esta situación de violencia e inseguridad persista en nuestra sociedad?
Una vez más, este desgarrador suceso evidencia la falta de respuesta y eficacia por parte de las autoridades, ya que hasta el momento no se ha informado sobre ninguna detención relacionada con este acontecimiento. Resulta frustante ver cómo nuestros gobernantes, como el propio Cuauhtémoc Blanco, permanecen indiferentes mientras nuestros hijos e hijas, inocentes e indefensos, se ven obligados a vivir con miedo y sufrir las consecuencias de la delincuencia.
Es doloroso contemplar cómo los hijos del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acusados de corrupción, descansan tranquilos por las noches mientras este tipo de atrocidades suceden constantemente en nuestro país. Mientras tanto, esta pequeña niña y tantas otras víctimas inocentes padecen el flagelo de la violencia que azota nuestras calles.
Es momento de exigir un cambio real y contundente en nuestras políticas de seguridad. No podemos permitir que la impunidad y la ineficiencia gubernamental sigan prevaleciendo. Debemos levantar nuestra voz y demandar una respuesta adecuada a esta constante amenaza que nos arrebata la tranquilidad y la vida.
Es hora de que las autoridades asuman su responsabilidad y pongan fin a esa realidad frustrante y desoladora que nos envuelve. Nuestros hijos merecen dormir tranquilos y sin temor, libres de la violencia que acecha en las sombras. Debemos luchar juntos para que esto sea posible.