“Me enamoré por Facebook y tras ser timada por el amor de mi vida, intenté suicidarme”: Carol

 

MESA DE REDACCIÓN

Ella tiene 35 años y es una chica atractiva, con estudios de Maestría. Le llamaremos Carol, porque quiere que se sepa su historia, pero no su nombre real.

 

Busca que sea una lección de vida para hombres y mujeres que ven las redes sociales como una oportunidad para conocer gente del mundo entero y cometer, como ella, “la torpeza de enamorarse de timadores, defraudadores”.

 

“Jamás había tenido problemas en vincularme, social, laboral y amorosamente con nadie”, comenta a diarionoticiasweb.com mientras enciende un cigarrillo.

 

Por cierto, dice que solo esta primera semana de enero de 2020 seguirá fumando, porque a partir del lunes 6, como Regalo de Reyes, se autoobsequiará una vida más sana y plena y dejará dicho hábito. “Un vicio que daña tu cuerpo, tu salud y tu belleza”, reconoce.

 

“AÚN DUELE”

Carol intenta encontrar las palabras adecuadas para no iniciar su relato con llanto, porque aún le duele, aunque un profesional de la salud mental ya está apoyándola a salir de la decepción, de su duelo amoroso.   

 

“Hace cinco años, en un chat de latinos, entré por mera curiosidad. Leía lo que la gente se comentaba y me divertía ver la ingenuidad de algunas personas, las faltas de ortografía de otros al escribir y la malicia y jocosidad de unos más”.

 

“Hubo un comentario que me pareció interesante, externé mi opinión y luego me salí. Dos días después volví a entrar al mismo chat y, de pronto, un nick con el nombre de Pedro Manuel Zac, me mandó la propuesta de charlar en privado”.

 

“¡Acepté! Me dijo era profesor, originario de Zacatecas y que, desde los 10 años, vivía en Chicago. Tenía 40 años y no era casado ni tenía hijos. Me contó sobre su trabajo y hasta de sus familiares en EU y de México. Esa primera vez platicamos como tres horas, pero no le di mi teléfono”.

 

EN TRÁMITES MIGRATORIOS

“Una semana después volví a chatear con él y empezamos a intercambiar fotografías y teléfonos. Así mantuvimos la comunicación como siete meses. Después, él me propuso visitarlo en Chicago, pero, por cuestiones laborales, no pude viajar hasta el año siguiente”.

 

“Él me decía que no podía viajar a nuestro país porque estaba en trámites de residencia y ciudadanía. Iniciamos una relación telefónica y por videollamadas. Él era muy ladino y empecé a permitir que controlara mis tiempos, por lo que yo me la pasaba en casa, para recibir sus mensajes y llamadas”.

 

“Dejé de salir con amistades, ir a fiestas o pasear, porque la ternura y cariño que me demostraba, hacían de mí una mujer feliz. Incluso, por teléfono me pasaba a los miembros de su familia, para que yo platicara con ellos”.

 

¡NO ESCUCHABA A NADIE!

“Por supuesto, mi familia y amistades me decían que estaba loca, que un amor de lejos es de pendejos y que me estaba volviendo una marioneta de ese hombre. ¡No escuchaba a nadie!, ni a mi madre, ni a mis hermanos, ni a mis amigos”. 

 

“Él prometió que en cuanto arreglara sus problemas legales, vendría a México a vivir conmigo. Pasaba el tiempo, ejercía más control en mi vida diaria, yo solo salía a trabajar, y entonces me propuso que yo me fuera a vivir a EU, que quería que tuviéramos un hijo”.

 

“En un principio la idea de dejar mi mundo profesional y familiar no me gustó, pero él pensar en estar juntos y formar una familia, me hicieron decirle que sí, que aceptaba su propuesta”.

 

“Acordamos que él compraría allá los boletos de avión porque supuestamente saldrían mas baratos. Así que le mandé el dinero. Me dijo que fuera directamente al mostrador de la aerolínea a recogerlos; el itinerario estaba listo”.

 

¡Llego el día!

Con maletas en mano, uno de mis mejores amigos me llevó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Cuando estuve frente al mostrador de la aerolínea que me llevaría finalmente a vivir con el amor de mi vida, resultó que no había ningún vuelo para mí”.

 

“Esto es un error, pensé. Suplicaba al personal de la aerolínea revisaran bien su lista. ¡No había error! Le marqué entonces a Pedro Manuel, pero no hubo respuesta, pese a que una hora antes de llegar al AICM, había charlado con él”.

 

“Devastada, regresé a casa en un taxi del aeropuerto, aún pensando que había sido un error. Que algo malo le había pasado. Le mandaba whats, le marcaba, pero no hubo respuesta. Dos días después, bloqueó mis números”.

 

UNA DURA LECCIÓN DE VIDA

“Esta terrible decepción, donde había perdido tanto tiempo de mi vida real, además de dinero, me llevó a hacer un cóctel de pastillas y encerrarme en mi cuarto. Sino es por mi madre, que se dio cuenta que algo pasaba, no estaría contando mi historia”. 

 

-¿Has intentado buscarlo ahora? ¿denunciarlo a la Policía?

“No, la lección fue muy dura pero aprendí a vivir nuevamente sin él, en una vida real, donde no hay hombres perfectos, ni tan guapos ni tan amables, pero que sí son honestos”.

 

“Él siempre se mostró como un príncipe moderno, educado, dilecto, comprensivo y maravilloso que toda mujer busca tener, pero no era real. Era una fachada para enamorar, timar y defraudar a mujeres incautas como lo fui yo”. 

 

-Luego de tu intento de suicidio, ¿te arrepientes?

“De lo único que me arrepiento es de haber perdido mi valioso tiempo. Y no sólo hablo por no haber conocido a otros hombres, también lo digo por no haber disfrutado más de la compañía y pláticas con mis padres, con mis compañeros de trabajo y amigos”.

 

“Por no haber tomado cursos o viajado más. Por la muerte de seres queridos y amigos que, cuando me hablaban, yo terminaba pronto la conversación porque él me iba a llamar. De eso sí me arrepiento, de no haber vivido una vida real y mantener una vida ficticia con un pinche defraudador”, comenta Carol conteniendo las lágrimas. 

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